Francisco recorría varios territorios llevando siempre a su lado su buen acordeón y una botellita de ron para calentar las noches. Y entre sus idas y venidas, mientras regresaba a su tierra (Guajira), percibió algo extraño y se fijó que le contestaba sus melodías, pero de una forma muy superior.

Canción que tocaba, canción que le respondían: se sentía en plena competencia y percibía que su contrincante lo estaba molestando, casi burlándose de él: “Voy a tocar otra cosa para ver si me responde lo mismo”. Fueron un total de tres canciones en las que Francisco fue derrotado, pero su instinto le decía que algo no andaba bien, y entretanto el aire se tornó pesado y olor de azufre lo envolvió.

Enfrentado al Demonio

¡Satanás! Era el mismo demonio que andaba tras sus pasos. ¿Qué podía hacer el hombre para enfrentarse al diablo? Francisco pensó en rezar un Padre Nuestro, pero no lo creyó suficiente y entonces se le ocurrió que lo mejor era rezar el credo al revés en lengua indígena.

Y con voz potente apoyándose en su acordeón, tocó el credo y cuando el demonio lo oyó se asustó, no había forma de responderle. El diablo se dio por vencido y desapareció dejando un rastro de azufre a su paso.

De la música a la leyenda del vallenato

Cuando llegó al pueblo, Francisco contó lo que le había sucedido de su enfrentamiento y como un buen juglar su historia se convirtió en leyenda, pues su victoria fue algo sobrenatural, digno para los libros de historia.

Su enfrentamiento y triunfo hacen parte de la identidad del imaginario popular de Colombia y de la música vallenata, y su figura como el juglar colombiano, quien no se enfrenta al mismo mal con armas sino con la música, se ha convertido en leyenda.

Fuentes:

1. https://panoramacultural.com.co/musica-y-folclor/1291/la-leyenda-de-francisco-el-hombre-al-descubierto

Imagen: elinformador.com.co