La trompeta es un instrumento musical que tiene sus orígenes en la más remota antigüedad de la civilización humana. Muchos escritos antiquísimos y de gran valor religioso, como la Biblia, mencionan a las trompetas como elementos primordiales en los rituales místicos.
Pero no sólo la hallamos en el Cristianismo, sino que también en la cultura griega, como Homero en sus famosas batallas. Incluso, en los antiguos egipcios, existen pruebas de que eran usadas, puesto que en la mismísima tumba del faraón Tutankamón, quien reinaba catorce siglos antes de Cristo, se hallaron esos instrumentos.
En el caso de los griegos primitivos, en los Juegos Olímpicos las hacían resonar con gran intensidad. La antigua Roma no se queda atrás, pues diversas esculturas lo corroboran. Pero no siempre se le conoció como trompeta; sobre la Edad Media, había dos instrumentos similares con los nombres de ‘claro’ y de ‘bucina’.
En sus inicios, el “claro” estaba formado por un tubo largo, por lo que su tamaño era considerable. Pero con el tiempo se modificó su estructura, doblando el tubo de modo zigzag. Desde ese instante, se le conoció como “clarión” y de hecho, ese término aún no se ha extinguido.
Era de tal magnitud la relevancia que en los pueblos originarios del mundo se le daba a la trompeta, que podemos la apreciar por ejemplo, en la corte del rey Enrique XVII, quien poseía 42 instrumentistas, de los cuales 14 interpretaban la trompeta.
En la música clásica
En la música clásica se resalta el uso constante de trompetas. Téngase en cuenta que lo primero que surgió fueron las orquestas en el siglo XVII. En esa época, excelentes compositores como Monteverdi combinaba excelentemente las melodías, como su gran obra “Orfeo”, una tocata sin igual para cinco trompetas afinadas de modo distinto.
Pero no sólo músicos de la altura de Monteverdi usaron tan maravilloso instrumento, sino que también figuró Purcell, como en su ópera intitulada “Dioclesian”. Un dato curioso, es que los grandes trompetistas estaban al servicio de los reyes y eran pertenecientes a nobles familias. Así, sobresale John Shore, proveniente de una familia de solo trompetistas y a quien le componía Purcell. Especialmente los alemanes eran quienes la usaban con frecuencia.
Resulta innegable la magia de las trompetas de un Händel, en sus obras magistrales como “El Mesías” y “Sansón”. Pero por si fuera poco, Johan Sebastian Bach no se queda atrás, componiendo joyas musicales sin precedentes. En tiempos más modernos pero prodigiosos, Mozart y Haydn le dan un toque distinto al que se le había dado a la trompeta: ahora la usaban como armonía, no como melodía. En forma secundaria, no primaria.
Ludwing Van Beethoven fue uno de los maestros clásicos que más resaltó el esplendor del sonido de la trompeta. Pero ninguno como Richard Wagner en cuanto este instrumento, utilizando unas trompetas mejoradas por Blümel y Stölzel, quienes le aplicaron un sistema de pistones.
Antes de Wagner, debido a la morfología de las trompetas, no se podían utilizar tan libremente. Un caso ejemplar se presenta en la obra wagneriana “Tanhäuser, donde el músico empleó 12 trompetas. Pero generalmente, usaba tres de ellas en sus creaciones.