Eso benefició a la colonización de las zonas interiores del continente y fue alto incentivo para el esclavismo. Fundamentalmente, con las guerras de independencia de las trece colonias, Carolina Sur perdió dicho auge aunque siguió produciendo en menores cantidades hasta que los productores se desplazaron totalmente al algodón en el siglo XIX.
Lo mismo le pasó a las colonias españolas de Centro América. El auge del añil que benefició la Capitanía de Guatemala, lo hizo el sector agrícola más reconocido en la producción de añil. Pero los productores vivieron un conflicto de intereses con los mercaderes exportadores.
Los intereses eran menores para los productores y se vieron más perjudicados por los altos impuestos que impuso la Corona para pagar sus guerras. Los altos valores de exportación dieron el resultado que a inicios de 1800, no fuera nada rentable esta cadena de mercancías.
Los centroamericanos luego de este declive, se desplazaron a la producción de café.
El caso de la East India Company
No era propio de los ingleses perder espacio en sus barcos de mercancías, por lo cual encontraron en los productores hindús, la posibilidad de un auge que beneficiara a la compañía colonial inglesa hasta inicios del siglo XIX.
Como la mayoría de los productos de la India eran demandados por el gigante de China, los ingleses vieron en el añil, la oportunidad de un nuevo nicho comercial. Esto llevó a un auge de esta mercancía durante las primeras décadas del siglo XX, aunque nunca los ingleses pudieron influir fuertemente sobre los productores nativos.
Es vital reconocer que los productores siempre pudieron elegir a su mejor exportador y para la producción del índigo se necesitaba unos altos estándares. Estos no siempre los poseía una plantación. Por ejemplo, en las de Centroamérica, se bajó tanto la calidad que estos tintes eran reconocidos por ser casi los peores del mundo.
Y no tenían ningún interés en mejorar dicha producción, pues no había una motivación económica para hacerlo. El régimen colonial español impedía entrar a una competencia de mercado que tomara en cuenta la importancia de la calidad.
Los ingleses por el contrario lo lograron. Tanto en sus colonias americanas como en Asia. Sólo que para lograr hacerlo, tenían que incentivar: no acaparaban la tierra de los productores y daban unos mínimos para que el productor vendiera a precios que podían beneficiarlo mucho.
La East India Company sí logró hacer ciertos financiamientos: el mismo conocimiento teórico del mercantilismo les hizo entrever mayores beneficios y menos gastos, sólo con estos contratos que traían mayor beneficio a las empresas colonialistas inglesas.
Tampoco sería adecuado creer que el mercado londinense del añil fuera el mejor. La compañía no compraba todo lo que se producía en las colonias inglesas. Todo terminó convirtiéndose en especulaciones que dejaron un mercado variable e inconsistente con las cantidades y las ganancias. Muchos quebraron gracias a esto.
Las adulteraciones y Las estrategias de Control
Cada uno de los productores que hemos mencionado desde los españoles, sabían que si su añil no tenía una cantidad solicitada, ningún exportador la compraría. En los tiempos donde los nativos tenían que pagarla como tributo podían llegar a ser castigados cruelmente si no cumplían.
Se empezó a ver la posibilidad de adulterarla. El proceso de producción era de mucho cuidado. La planta al ser un arbusto de 1 a dos metros, puede podarse hasta cuatro veces al año. Los atados de los tallos y las hojas se dejan remojar en cubas.
El proceso de remojo pasaba por varios filtros hasta que sólo quedara el más puro. Así que si no se hacía adecuadamente, las pastillas resultantes quedaban escamadas y abollonadas. Así no tenían una buena calidad y se pagaban a menor precio o no se compraban (o se vendía al que menos sabía del producto).
Se sabe que en Guatemala se ideó este proceso técnico para la mercancía, pero fue haciéndose igual en todas partes. El historiador especializado David MacGreery a quien le debemos la mayoría de los datos investigativos para este artículo, define que las mercancías son determinadas y aceptadas por lo que van eligiendo los mercados mundiales.
Por eso no es extraño que el proceso fuera definido hasta la India, Carolina del Sur o incluso a mediados del siglo XIX, en otras naciones de América Central. El color, la consistencia y todas las características aceptadas iban de la mano del especialista. Aquellos que no las satisfacían eran ignorados por los exportadores.
Las formas de adulteración para evitar este panorama, curiosamente eran bajar su calidad para venderlo a un alto precio. Algunos consideraban que no había especialistas en la materia por la alta ignorancia. Los mismos productores o exportadores, según sus beneficios también les convenía bajar la calidad para vender más a altos precios.
Pero como mencionamos, el mismo mercado mundial va desechando aquellos lugares de producción que no inspiran confianza por su calidad. Eso explica la demanda exitosa del índigo hindú frente a sus oponentes.
Fuentes:
- McGreery David. “Las cadenas de la materia prima índigo en los imperios español y británico, de 1560 a 1860. En: De la plata a la cocaína. Carlos Marichal, Steven Topik y Zephyr F. (coord.) México; FCE, 2017
- poderososcolores.blogspot.com/2009/08/indigo-blue-la-terrible-historia-del.html
- www.milenio.com/opinion/martin-bonfil-olivera/la-ciencia-por-gusto/la-apasionante-historia-del-indigo
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. www.ccpl.org/charleston-time-machine
Sistema Económico Colonial del Índigo
Inicialmente, la explotación se medía en el tributo que las poblaciones nativas pagaban como tributo. Fue cuestión de tiempo para que los mismos españoles crearan grandes plantaciones y otras variaciones del tinte en la región del Suroeste Mexicano y de América Central.
Tener toda la cadena de producción para un mismo imperio ayudó a mantener la competencia en el mercado. El añil hindú no era competencia (al inicio de la época colonial) si tenemos en cuenta además, la distancia más corta hacia Europa. Por eso, los rivales del Imperio Español durante tres siglos harán lo indispensable para quedarse con el mercado europeo de los tintes.
La escasez de mano de obra por el decrecimiento demográfico indígena, terminó por mermar el mercado. Y aunque los ingleses ya no podían confiar en el tinte hindú, empezaron a producirlo en otras colonias. Los franceses empezaron hacer lo mismo en las Indias Occidentales.
La competencia del índigo en la Revolución Industrial
Aunque las colonias inglesas produjeran cortas cantidades de añil, el tercer cuarto del siglo XVIII propiciará la llegada de Carolina del Sur como gran productor de la mercancía. La producción de arroz junto con el añil daría la posibilidad de que experimentara una Edad de Oro.
Eso benefició a la colonización de las zonas interiores del continente y fue alto incentivo para el esclavismo. Fundamentalmente, con las guerras de independencia de las trece colonias, Carolina Sur perdió dicho auge aunque siguió produciendo en menores cantidades hasta que los productores se desplazaron totalmente al algodón en el siglo XIX.
Lo mismo le pasó a las colonias españolas de Centro América. El auge del añil que benefició la Capitanía de Guatemala, lo hizo el sector agrícola más reconocido en la producción de añil. Pero los productores vivieron un conflicto de intereses con los mercaderes exportadores.
Los intereses eran menores para los productores y se vieron más perjudicados por los altos impuestos que impuso la Corona para pagar sus guerras. Los altos valores de exportación dieron el resultado que a inicios de 1800, no fuera nada rentable esta cadena de mercancías.
Los centroamericanos luego de este declive, se desplazaron a la producción de café.
El caso de la East India Company
No era propio de los ingleses perder espacio en sus barcos de mercancías, por lo cual encontraron en los productores hindús, la posibilidad de un auge que beneficiara a la compañía colonial inglesa hasta inicios del siglo XIX.
Como la mayoría de los productos de la India eran demandados por el gigante de China, los ingleses vieron en el añil, la oportunidad de un nuevo nicho comercial. Esto llevó a un auge de esta mercancía durante las primeras décadas del siglo XX, aunque nunca los ingleses pudieron influir fuertemente sobre los productores nativos.
Es vital reconocer que los productores siempre pudieron elegir a su mejor exportador y para la producción del índigo se necesitaba unos altos estándares. Estos no siempre los poseía una plantación. Por ejemplo, en las de Centroamérica, se bajó tanto la calidad que estos tintes eran reconocidos por ser casi los peores del mundo.
Y no tenían ningún interés en mejorar dicha producción, pues no había una motivación económica para hacerlo. El régimen colonial español impedía entrar a una competencia de mercado que tomara en cuenta la importancia de la calidad.
Los ingleses por el contrario lo lograron. Tanto en sus colonias americanas como en Asia. Sólo que para lograr hacerlo, tenían que incentivar: no acaparaban la tierra de los productores y daban unos mínimos para que el productor vendiera a precios que podían beneficiarlo mucho.
La East India Company sí logró hacer ciertos financiamientos: el mismo conocimiento teórico del mercantilismo les hizo entrever mayores beneficios y menos gastos, sólo con estos contratos que traían mayor beneficio a las empresas colonialistas inglesas.
Tampoco sería adecuado creer que el mercado londinense del añil fuera el mejor. La compañía no compraba todo lo que se producía en las colonias inglesas. Todo terminó convirtiéndose en especulaciones que dejaron un mercado variable e inconsistente con las cantidades y las ganancias. Muchos quebraron gracias a esto.
Las adulteraciones y Las estrategias de Control
Cada uno de los productores que hemos mencionado desde los españoles, sabían que si su añil no tenía una cantidad solicitada, ningún exportador la compraría. En los tiempos donde los nativos tenían que pagarla como tributo podían llegar a ser castigados cruelmente si no cumplían.
Se empezó a ver la posibilidad de adulterarla. El proceso de producción era de mucho cuidado. La planta al ser un arbusto de 1 a dos metros, puede podarse hasta cuatro veces al año. Los atados de los tallos y las hojas se dejan remojar en cubas.
El proceso de remojo pasaba por varios filtros hasta que sólo quedara el más puro. Así que si no se hacía adecuadamente, las pastillas resultantes quedaban escamadas y abollonadas. Así no tenían una buena calidad y se pagaban a menor precio o no se compraban (o se vendía al que menos sabía del producto).
Se sabe que en Guatemala se ideó este proceso técnico para la mercancía, pero fue haciéndose igual en todas partes. El historiador especializado David MacGreery a quien le debemos la mayoría de los datos investigativos para este artículo, define que las mercancías son determinadas y aceptadas por lo que van eligiendo los mercados mundiales.
Por eso no es extraño que el proceso fuera definido hasta la India, Carolina del Sur o incluso a mediados del siglo XIX, en otras naciones de América Central. El color, la consistencia y todas las características aceptadas iban de la mano del especialista. Aquellos que no las satisfacían eran ignorados por los exportadores.
Las formas de adulteración para evitar este panorama, curiosamente eran bajar su calidad para venderlo a un alto precio. Algunos consideraban que no había especialistas en la materia por la alta ignorancia. Los mismos productores o exportadores, según sus beneficios también les convenía bajar la calidad para vender más a altos precios.
Pero como mencionamos, el mismo mercado mundial va desechando aquellos lugares de producción que no inspiran confianza por su calidad. Eso explica la demanda exitosa del índigo hindú frente a sus oponentes.
Fuentes:
- McGreery David. “Las cadenas de la materia prima índigo en los imperios español y británico, de 1560 a 1860. En: De la plata a la cocaína. Carlos Marichal, Steven Topik y Zephyr F. (coord.) México; FCE, 2017
- poderososcolores.blogspot.com/2009/08/indigo-blue-la-terrible-historia-del.html
- www.milenio.com/opinion/martin-bonfil-olivera/la-ciencia-por-gusto/la-apasionante-historia-del-indigo
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. www.ccpl.org/charleston-time-machine
Una historia de auge económico
Desde tiempos pretéritos, las civilizaciones han tenido una gran fascinación por los colores. Lo que ha hecho posible, la explotación de distintos tintes vegetales y animales para pintar las prendas de vestir.
Normalmente, los tintes más excasos han sido motivo de demanda. Los altos precios que en la antigüedad los fenicios ofrecían por los tintes violetas eran escandalosos pero los reyes aun así lo pagaban.
La historia del Índigo, también conocido como añil, es conocido desde los antiguos egipcios y los pueblos mediterráneos del Preclásico. El color azul que desprende siempre fue muy escaso, por ello fue necesario buscar plantas que dieran suficiente tinte para poder hacer un excelente negocio.
La planta Indigofera tinctoria, es la única que posee una alta calidad y gran cantidad de tinte, logrando ser materia de exportación a Europa. Allí compitió con otros productos que eran de cotidiana usanza como lo fue el glasto, que era de alto precio y menor calidad.
Las fronteras marítimas fueron abiertas por los portugueses desde Enrique el Navegante, con el objetivo de beneficiarse de mercancías de alta demanda y baja oferta. Los españoles en esta época de calaveras portuguesas, irán a dar con el Nuevo Mundo y con el tinte azul del añil que era utilizado por los nativos americanos.
Sistema Económico Colonial del Índigo
Inicialmente, la explotación se medía en el tributo que las poblaciones nativas pagaban como tributo. Fue cuestión de tiempo para que los mismos españoles crearan grandes plantaciones y otras variaciones del tinte en la región del Suroeste Mexicano y de América Central.
Tener toda la cadena de producción para un mismo imperio ayudó a mantener la competencia en el mercado. El añil hindú no era competencia (al inicio de la época colonial) si tenemos en cuenta además, la distancia más corta hacia Europa. Por eso, los rivales del Imperio Español durante tres siglos harán lo indispensable para quedarse con el mercado europeo de los tintes.
La escasez de mano de obra por el decrecimiento demográfico indígena, terminó por mermar el mercado. Y aunque los ingleses ya no podían confiar en el tinte hindú, empezaron a producirlo en otras colonias. Los franceses empezaron hacer lo mismo en las Indias Occidentales.
La competencia del índigo en la Revolución Industrial
Aunque las colonias inglesas produjeran cortas cantidades de añil, el tercer cuarto del siglo XVIII propiciará la llegada de Carolina del Sur como gran productor de la mercancía. La producción de arroz junto con el añil daría la posibilidad de que experimentara una Edad de Oro.
Eso benefició a la colonización de las zonas interiores del continente y fue alto incentivo para el esclavismo. Fundamentalmente, con las guerras de independencia de las trece colonias, Carolina Sur perdió dicho auge aunque siguió produciendo en menores cantidades hasta que los productores se desplazaron totalmente al algodón en el siglo XIX.
Lo mismo le pasó a las colonias españolas de Centro América. El auge del añil que benefició la Capitanía de Guatemala, lo hizo el sector agrícola más reconocido en la producción de añil. Pero los productores vivieron un conflicto de intereses con los mercaderes exportadores.
Los intereses eran menores para los productores y se vieron más perjudicados por los altos impuestos que impuso la Corona para pagar sus guerras. Los altos valores de exportación dieron el resultado que a inicios de 1800, no fuera nada rentable esta cadena de mercancías.
Los centroamericanos luego de este declive, se desplazaron a la producción de café.
El caso de la East India Company
No era propio de los ingleses perder espacio en sus barcos de mercancías, por lo cual encontraron en los productores hindús, la posibilidad de un auge que beneficiara a la compañía colonial inglesa hasta inicios del siglo XIX.
Como la mayoría de los productos de la India eran demandados por el gigante de China, los ingleses vieron en el añil, la oportunidad de un nuevo nicho comercial. Esto llevó a un auge de esta mercancía durante las primeras décadas del siglo XX, aunque nunca los ingleses pudieron influir fuertemente sobre los productores nativos.
Es vital reconocer que los productores siempre pudieron elegir a su mejor exportador y para la producción del índigo se necesitaba unos altos estándares. Estos no siempre los poseía una plantación. Por ejemplo, en las de Centroamérica, se bajó tanto la calidad que estos tintes eran reconocidos por ser casi los peores del mundo.
Y no tenían ningún interés en mejorar dicha producción, pues no había una motivación económica para hacerlo. El régimen colonial español impedía entrar a una competencia de mercado que tomara en cuenta la importancia de la calidad.
Los ingleses por el contrario lo lograron. Tanto en sus colonias americanas como en Asia. Sólo que para lograr hacerlo, tenían que incentivar: no acaparaban la tierra de los productores y daban unos mínimos para que el productor vendiera a precios que podían beneficiarlo mucho.
La East India Company sí logró hacer ciertos financiamientos: el mismo conocimiento teórico del mercantilismo les hizo entrever mayores beneficios y menos gastos, sólo con estos contratos que traían mayor beneficio a las empresas colonialistas inglesas.
Tampoco sería adecuado creer que el mercado londinense del añil fuera el mejor. La compañía no compraba todo lo que se producía en las colonias inglesas. Todo terminó convirtiéndose en especulaciones que dejaron un mercado variable e inconsistente con las cantidades y las ganancias. Muchos quebraron gracias a esto.
Las adulteraciones y Las estrategias de Control
Cada uno de los productores que hemos mencionado desde los españoles, sabían que si su añil no tenía una cantidad solicitada, ningún exportador la compraría. En los tiempos donde los nativos tenían que pagarla como tributo podían llegar a ser castigados cruelmente si no cumplían.
Se empezó a ver la posibilidad de adulterarla. El proceso de producción era de mucho cuidado. La planta al ser un arbusto de 1 a dos metros, puede podarse hasta cuatro veces al año. Los atados de los tallos y las hojas se dejan remojar en cubas.
El proceso de remojo pasaba por varios filtros hasta que sólo quedara el más puro. Así que si no se hacía adecuadamente, las pastillas resultantes quedaban escamadas y abollonadas. Así no tenían una buena calidad y se pagaban a menor precio o no se compraban (o se vendía al que menos sabía del producto).
Se sabe que en Guatemala se ideó este proceso técnico para la mercancía, pero fue haciéndose igual en todas partes. El historiador especializado David MacGreery a quien le debemos la mayoría de los datos investigativos para este artículo, define que las mercancías son determinadas y aceptadas por lo que van eligiendo los mercados mundiales.
Por eso no es extraño que el proceso fuera definido hasta la India, Carolina del Sur o incluso a mediados del siglo XIX, en otras naciones de América Central. El color, la consistencia y todas las características aceptadas iban de la mano del especialista. Aquellos que no las satisfacían eran ignorados por los exportadores.
Las formas de adulteración para evitar este panorama, curiosamente eran bajar su calidad para venderlo a un alto precio. Algunos consideraban que no había especialistas en la materia por la alta ignorancia. Los mismos productores o exportadores, según sus beneficios también les convenía bajar la calidad para vender más a altos precios.
Pero como mencionamos, el mismo mercado mundial va desechando aquellos lugares de producción que no inspiran confianza por su calidad. Eso explica la demanda exitosa del índigo hindú frente a sus oponentes.
Fuentes:
- McGreery David. “Las cadenas de la materia prima índigo en los imperios español y británico, de 1560 a 1860. En: De la plata a la cocaína. Carlos Marichal, Steven Topik y Zephyr F. (coord.) México; FCE, 2017
- poderososcolores.blogspot.com/2009/08/indigo-blue-la-terrible-historia-del.html
- www.milenio.com/opinion/martin-bonfil-olivera/la-ciencia-por-gusto/la-apasionante-historia-del-indigo
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. www.ccpl.org/charleston-time-machine
Una historia de auge económico
Desde tiempos pretéritos, las civilizaciones han tenido una gran fascinación por los colores. Lo que ha hecho posible, la explotación de distintos tintes vegetales y animales para pintar las prendas de vestir.
Normalmente, los tintes más excasos han sido motivo de demanda. Los altos precios que en la antigüedad los fenicios ofrecían por los tintes violetas eran escandalosos pero los reyes aun así lo pagaban.
La historia del Índigo, también conocido como añil, es conocido desde los antiguos egipcios y los pueblos mediterráneos del Preclásico. El color azul que desprende siempre fue muy escaso, por ello fue necesario buscar plantas que dieran suficiente tinte para poder hacer un excelente negocio.
La planta Indigofera tinctoria, es la única que posee una alta calidad y gran cantidad de tinte, logrando ser materia de exportación a Europa. Allí compitió con otros productos que eran de cotidiana usanza como lo fue el glasto, que era de alto precio y menor calidad.
Las fronteras marítimas fueron abiertas por los portugueses desde Enrique el Navegante, con el objetivo de beneficiarse de mercancías de alta demanda y baja oferta. Los españoles en esta época de calaveras portuguesas, irán a dar con el Nuevo Mundo y con el tinte azul del añil que era utilizado por los nativos americanos.
Sistema Económico Colonial del Índigo
Inicialmente, la explotación se medía en el tributo que las poblaciones nativas pagaban como tributo. Fue cuestión de tiempo para que los mismos españoles crearan grandes plantaciones y otras variaciones del tinte en la región del Suroeste Mexicano y de América Central.
Tener toda la cadena de producción para un mismo imperio ayudó a mantener la competencia en el mercado. El añil hindú no era competencia (al inicio de la época colonial) si tenemos en cuenta además, la distancia más corta hacia Europa. Por eso, los rivales del Imperio Español durante tres siglos harán lo indispensable para quedarse con el mercado europeo de los tintes.
La escasez de mano de obra por el decrecimiento demográfico indígena, terminó por mermar el mercado. Y aunque los ingleses ya no podían confiar en el tinte hindú, empezaron a producirlo en otras colonias. Los franceses empezaron hacer lo mismo en las Indias Occidentales.
La competencia del índigo en la Revolución Industrial
Aunque las colonias inglesas produjeran cortas cantidades de añil, el tercer cuarto del siglo XVIII propiciará la llegada de Carolina del Sur como gran productor de la mercancía. La producción de arroz junto con el añil daría la posibilidad de que experimentara una Edad de Oro.
Eso benefició a la colonización de las zonas interiores del continente y fue alto incentivo para el esclavismo. Fundamentalmente, con las guerras de independencia de las trece colonias, Carolina Sur perdió dicho auge aunque siguió produciendo en menores cantidades hasta que los productores se desplazaron totalmente al algodón en el siglo XIX.
Lo mismo le pasó a las colonias españolas de Centro América. El auge del añil que benefició la Capitanía de Guatemala, lo hizo el sector agrícola más reconocido en la producción de añil. Pero los productores vivieron un conflicto de intereses con los mercaderes exportadores.
Los intereses eran menores para los productores y se vieron más perjudicados por los altos impuestos que impuso la Corona para pagar sus guerras. Los altos valores de exportación dieron el resultado que a inicios de 1800, no fuera nada rentable esta cadena de mercancías.
Los centroamericanos luego de este declive, se desplazaron a la producción de café.
El caso de la East India Company
No era propio de los ingleses perder espacio en sus barcos de mercancías, por lo cual encontraron en los productores hindús, la posibilidad de un auge que beneficiara a la compañía colonial inglesa hasta inicios del siglo XIX.
Como la mayoría de los productos de la India eran demandados por el gigante de China, los ingleses vieron en el añil, la oportunidad de un nuevo nicho comercial. Esto llevó a un auge de esta mercancía durante las primeras décadas del siglo XX, aunque nunca los ingleses pudieron influir fuertemente sobre los productores nativos.
Es vital reconocer que los productores siempre pudieron elegir a su mejor exportador y para la producción del índigo se necesitaba unos altos estándares. Estos no siempre los poseía una plantación. Por ejemplo, en las de Centroamérica, se bajó tanto la calidad que estos tintes eran reconocidos por ser casi los peores del mundo.
Y no tenían ningún interés en mejorar dicha producción, pues no había una motivación económica para hacerlo. El régimen colonial español impedía entrar a una competencia de mercado que tomara en cuenta la importancia de la calidad.
Los ingleses por el contrario lo lograron. Tanto en sus colonias americanas como en Asia. Sólo que para lograr hacerlo, tenían que incentivar: no acaparaban la tierra de los productores y daban unos mínimos para que el productor vendiera a precios que podían beneficiarlo mucho.
La East India Company sí logró hacer ciertos financiamientos: el mismo conocimiento teórico del mercantilismo les hizo entrever mayores beneficios y menos gastos, sólo con estos contratos que traían mayor beneficio a las empresas colonialistas inglesas.
Tampoco sería adecuado creer que el mercado londinense del añil fuera el mejor. La compañía no compraba todo lo que se producía en las colonias inglesas. Todo terminó convirtiéndose en especulaciones que dejaron un mercado variable e inconsistente con las cantidades y las ganancias. Muchos quebraron gracias a esto.
Las adulteraciones y Las estrategias de Control
Cada uno de los productores que hemos mencionado desde los españoles, sabían que si su añil no tenía una cantidad solicitada, ningún exportador la compraría. En los tiempos donde los nativos tenían que pagarla como tributo podían llegar a ser castigados cruelmente si no cumplían.
Se empezó a ver la posibilidad de adulterarla. El proceso de producción era de mucho cuidado. La planta al ser un arbusto de 1 a dos metros, puede podarse hasta cuatro veces al año. Los atados de los tallos y las hojas se dejan remojar en cubas.
El proceso de remojo pasaba por varios filtros hasta que sólo quedara el más puro. Así que si no se hacía adecuadamente, las pastillas resultantes quedaban escamadas y abollonadas. Así no tenían una buena calidad y se pagaban a menor precio o no se compraban (o se vendía al que menos sabía del producto).
Se sabe que en Guatemala se ideó este proceso técnico para la mercancía, pero fue haciéndose igual en todas partes. El historiador especializado David MacGreery a quien le debemos la mayoría de los datos investigativos para este artículo, define que las mercancías son determinadas y aceptadas por lo que van eligiendo los mercados mundiales.
Por eso no es extraño que el proceso fuera definido hasta la India, Carolina del Sur o incluso a mediados del siglo XIX, en otras naciones de América Central. El color, la consistencia y todas las características aceptadas iban de la mano del especialista. Aquellos que no las satisfacían eran ignorados por los exportadores.
Las formas de adulteración para evitar este panorama, curiosamente eran bajar su calidad para venderlo a un alto precio. Algunos consideraban que no había especialistas en la materia por la alta ignorancia. Los mismos productores o exportadores, según sus beneficios también les convenía bajar la calidad para vender más a altos precios.
Pero como mencionamos, el mismo mercado mundial va desechando aquellos lugares de producción que no inspiran confianza por su calidad. Eso explica la demanda exitosa del índigo hindú frente a sus oponentes.
Fuentes:
- McGreery David. “Las cadenas de la materia prima índigo en los imperios español y británico, de 1560 a 1860. En: De la plata a la cocaína. Carlos Marichal, Steven Topik y Zephyr F. (coord.) México; FCE, 2017
- poderososcolores.blogspot.com/2009/08/indigo-blue-la-terrible-historia-del.html
- www.milenio.com/opinion/martin-bonfil-olivera/la-ciencia-por-gusto/la-apasionante-historia-del-indigo
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. www.ccpl.org/charleston-time-machine