Desde niños se nos enseña que existen dos lados de la vida: el bien y el mal. Aquellos que para bien o para mal crecemos en una familia católica aprendemos que Dios (encarnado en la figura de su hijo Jesucristo) es la esencia del bien, de la bondad y la misericordia, mientras que Satán sería la representación de la maldad pura. Y muchas de las tradiciones que cuestionan esta historia, como algunas variantes de las creencias gnósticas, sencillamente invierten la ecuación, convirtiendo a Yahvé – el demiurgo – en el creador de un mundo para tenernos prisioneros y a Lucifer – quien ya no se denomina Satán – en el ángel que nos brindó el conocimiento.
Orígenes de la Iglesia Satanista
Esta dualidad permanece incluso en innumerables debates políticos, en los que una postura, generalmente radical, se presenta como la salvación, mientras que la otra es el mal encargado en la tierra. Parece ser que la idea del bien y del mal está demasiado arraigada en la mente humana, y que esto era lo que tenía en la cabeza Howard Stanton Levey cuando decidió fundar la hoy denominada Iglesia de Satanás, en donde más adelante cambiaría su nombre a Anton Szandor LaVey.
Todo puede afirmarse de esta congregación (o secta), excepto que responda a los estereotipos que, automáticamente, toda persona (incluyendo este servidor) se hace sobre ella. La Iglesia de Satanás no solo no defiende a los grupos satanistas “tradicionales” sino que los acusa de un falso satanismo, de no ser satanistas sino “cristianos a la inversa” y de mantener los mismos estándares de los grupos a los que dicen rechazar.
Pero dejemos por un momento la Iglesia y pasemos al predicador. Autodenominado “el Papa Negro”, LaVey comenzó su congregación en San Francisco, donde su gusto por lo sobrenatural y sus habilidades como organista le ganaron algo de celebridad. Originalmente denominada la “Orden del Trapezoide”, la pequeña congregación pronto buscó crear algo más importante.
La intención original de LaVey al crear la Orden es desconocida, pero bajo su liderazgo la pequeña congregación creció y, aconsejado por un amigo, decidió convertir su organización en algo más importante. El 30 de abril de 1966 se afeitó su cabeza – según dijo, “bajo la tradición de antiguos verdugos” – y declaró la fundación de la Iglesia de Satán y el año uno de la congregación: “Anno Satanas”. Originalmente la comunidad se movió bajo tradiciones ocultistas (que eran comunes en la orden) y LaVey incluso realizó un pequeño bautizo para su hija Zeena – el cual, dijo, “iba destinado a cambiar la imposición de un pecado, tradición del sacramento cristiano, por un rito que representara la naturaleza humana y la pasión por la vida de mi hija” – y algunos funerales. Sin embargo, las características de la Iglesia de Satanás habrían de evolucionar en algo mucho más específico.
LaVey era un autodidacta. Había abandonado la escuela para unirse a un circo itinerante y después había colaborado con la policía en algunos casos de investigación, pero no tenía una educación formal. Sin embargo, comenzó a leer algo de filosofía y a mediados de los años 1970’s le dio forma a una ideología basada en las obras de Nietzche, Any Rand, H. L. Mencken y Jack London. Estaba claro que su iglesia defendería la naturaleza humana y rechazaría el dogmatismo de la creencia cristiana, pero en este momento LaVey fue capaz de crear un rito que soportara sus creencias el cual publicó en dos libros: “El Brujo Completo” y “Los Rituales Satánicos”.
La filosofía de LaVey
Curiosamente, la Iglesia de Satanás pareció girar en este momento hacia una especie de agnosticismo práctico. Si bien aún conserva algunas tradiciones ocultistas, LaVey dirigió el destino de su creciente congregación hacia la creación de un pensamiento pragmático, sincero y ante todo humano, con todas las falencias que ello conllevaba. Se trataba de rechazar una concepción impuesta desde arriba, según la cual la naturaleza humana era incorrecta y debía de alguna manera corregirse, para aceptar sus defectos y brindar amor, así como justicia, al final de cuentas, es lo que el alma pide.
La Iglesia de Satanás, contrario a lo que dice su nombre, no adora a Satanás (incluso niega su existencia), así como no actúa en contra de Dios (de quien también niega la existencia), sino de las creencias cristianas – y de las religiones en general –. El componente ocultista – mágico de la congregación, aunque aún existe en los rituales, no es central a las creencias de la misma. En palabras de la propia iglesia: “Somos la primera organización religiosa de la Historia abiertamente dedicada a la aceptación de la verdadera naturaleza del Hombre – aquella de una bestia carnal, viviendo en un cosmos indiferente a nuestra existencia. Para nosotros, Satanás es el símbolo que mejor se ajusta a nuestra naturaleza, carnal por nacimiento”.
LaVey murió el 29 de octubre de 1997 en San Francisco, víctima de un edema pulmonar. Su sepelio – satánico, por supuesto – se realizó en secreto, y si bien la leyenda popular afirma que sus cenizas se repartieron entre los miembros importantes de la congregación, quienes les habrían otorgado poderes mágicos, los representantes oficiales de la Iglesia de Satanás niegan tal cosa. Irónicamente LaVey falleció en un hospital católico, por ser el que se encontraba más cerca cuando sufrió su accidente. Quizás esta no es sino la manera en que un Dios castigaría a un hombre que se dedicó a cuestionar su existencia y su importancia sobre la tierra. De ser así, ¿creen ustedes que LaVey podría llegar al paraíso?
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