La Alquimia luego del Medioevo
La Edad Media sembró las semillas de la Alquimia moderna occidental, e inspiró a los miles de practicantes que trabajarían esta senda durante el siguiente periodo. Sin embargo, algunas particularidades separaron a la Alquimia “moderna” (es decir, de la época moderna) de la Alquimia medieval. Veamos algunas de ellas.
Como mencioné en el capítulo anterior, la Alquimia medieval llegó a ser una disciplina bastante popular entre miembros del clero. Una Iglesia abierta a los descubrimientos científicos, de la mano con la influencia de la filosofía clásica y la islámica, generó gran interés por la recién re descubierta disciplina. Sin embargo, la actitud de la iglesia comenzó a cambiar más bien pronto y la Alquimia se convirtió en una disciplina secreta, prohibida por los grandes poderes. Sin embargo, la rueda ya había comenzado a girar.
Con el final de la Alquimia clerical llegó también el final de la Edad Media europea. Las florecientes ciudades, que tanto habían decaído con la peste, retornaron más opulentas que nunca. Los feudos aislados dieron paso a poderosos reinos unificados capaces, por primera vez en siglos, de cuestionar el poder marítimo musulmán y construir grandes flotas mercantes, que partieron en búsqueda de los tesoros del mundo.
En este escenario, los callejones de las nuevas ciudades y los sótanos ocultos de ricos miembros de la nobleza se convirtieron en los nuevos lugares en los que la Alquimia habría de florecer. La leyenda de Nicolás Flamel, así mismo, inflamaría la ambición de quienes buscaban el oro, o la ilusión de los que buscaban encontrar la verdad, purificar su alma y alcanzar (¿por qué no?) la vida eterna.
El Gran Paracelso
La historia de la Alquimia moderna comienza, tras Flamel, con un reconocido personaje llamado Paracelso. Este hombre sería uno de los pioneros en la Alquimia como nueva ciencia médica y favorecería el ingenio y la experimentación, aunque manteniendo la base del conocimiento. Las leyendas de Paracelso se extendieron a lo largo y ancho de Europa, y, al igual que Flamel, se afirma recurrentemente que fue uno de los hombres en llegar más lejos en este campo, habiendo conseguido el elixir de la longevidad. Normalmente no se habla de la Piedra pues Paracelso, al contrario que muchos otros, no buscaba la riqueza, sino la cura de los males del hombre.
Curiosamente, la búsqueda espiritual de la Alquimia estuvo muy relacionada con el origen de la ciencia moderna. La experimentación que caracterizaba esta disciplina favoreció el descubrimiento de nuevas leyes de la materia y eventualmente llevaría al surgimiento de la química. Hacia mediados del siglo XVI, las bases de la ciencia tal como la conocemos hoy ya habían sido sentadas, pero la edad de oro de la Alquimia llegaría algo después entre los siglos XVII y XVIII.
John Dee, un hombre misterioso
A medida que avanzaban los siglos, la alquimia se convertía más y más en una ciencia hermética en el sentido actual de la palabra, es decir, no abierta a todo el mundo. En el siglo XV se tradujeron al latín algunas obras de Platón que hasta entonces permanecían ocultas, y las que influenciarían profundamente a uno de los alquimistas británicos más famosos: John Dee.
Este hombre, al contrario que Paracelso, constantemente demostraba sus habilidades y decía ser capaz de hablar con espíritus y de convocar ángeles. Sin embargo, también era un criptógrafo renombrado y trabajó como consejero de la reina Elizabeth I. La fama de Dee fue más local y no alcanzó la de Paracelso.
En general, muchos alquimistas tuvieron acceso a buenas posiciones pues los gobernantes estaban interesados en tener estas personas a su lado (ya fuera para eventualmente curarlos o para organizar labores más mundanas, como la minería). Así, mientras aumentaba la popularidad de algunos alquimistas, aquellos en las sombras comenzaban a cuestionar a quienes habían vendido sus habilidades por dinero. Al final, la Alquimia terminó convirtiéndose en un negocio cuestionable y poco respetado. Las leyendas, como Paracelso o Nicolás Flamel, no volvieron a repetirse. Hubo personajes importantes (principalmente el Conde de Saint Germain), de quienes se dijo que eran inmortales, pero su fama no alcanzó la de sus predecesores.
El final de la Alquimia
Al final, la Alquimia no pudo continuar frente a los desafíos de una “nueva ciencia” que estaba logrando cosas que se pensaban imposibles. La posibilidad de convertir plomo y oro, aunque teóricamente existente, no era viable con las tecnologías de la época (sería muy costosa aún para las actuales), por lo que los alquimistas, al menos, que sepamos, se vieron limitados por las capacidades físicas de sus tecnologías y fracasaron en su cometido.
Pero, ¿podemos estar seguros de que lo hicieron? Para quienes creen en la sabiduría arcana y en la existencia de secretos en el mundo físico, no resultaría nada irreal considerar que algunos alquimistas descifraron correctamente la Tabla de la Esmeralda y consiguieron purificar su cuerpo y su alma. Aquellos que lo hicieron, desprendidos de los placeres terrenales, no le verían objetivo a sus habilidades y habrían tomado caminos desconocidos (acaso incomprensibles) para el resto de los mortales.
La Alquimia clásica murió en el siglo XIX. Pero es posible que en lo profundo de alguna buhardilla un joven, ilusionado, siga los pasos arcanos de la Tabla y eventualmente consiga la piedra… solo para jamás decírselo a nadie. ¿No crees?
- La búsqueda de la Piedra: Historia de la Alquimia, parte 1
- La búsqueda de la Piedra: Historia de la Alquimia, parte 2
- La búsqueda de la Piedra: Historia de la Alquimia, parte 3
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