Problemas de un mundo sin agua
Las problemáticas ambientales van aumentando progresivamente conforme los humanos gastamos más y más recursos para nuestro sostenimiento. La última década del siglo XX y las primeras dos del siglo XXI han presenciado muchas de las peores catástrofes ecológicas (como la desecación del Mar de Aral en Asia central), la deforestación aumenta a escalas no conocidas anteriormente y mientras tanto la población humana crece incesantemente.
Es cierto que la población podría dejar de crecer en algunas décadas, pero entretanto los recursos naturales siguen descendiendo. Dentro de estos, el agua es la principal preocupación, pues no solo se requiere para el consumo y la vida humana, sino que prácticamente todas las industrias la usan en alguna u otra cantidad. La lucha por el agua y el temor de que en algún momento tengamos que elegir – entre el agua para las industrias o el agua para las personas – ha llevado a muchos colectivos del gran capital a empezar a invertir con miras a una futura escasez del recurso.
Los temores del gran capital
Las necesidades crecientes de muchos tipos de industrias también son razón para impulsar estos temores. El fracking, por ejemplo, requiere de millones de galones de agua que podrían no estar a su disposición si algún gobierno determina que el uso humano es prioritario. Debido a esto grupos como Goldman Sachs (cuyos representantes han establecido que “el agua será el petróleo del siglo XXI”) han empezado a invertir cantidades masivas de dinero en territorios con acuíferos, plantas de tratamiento de aguas y en general en infraestructura para abastecer las futuras necesidades de agua de las poblaciones. O eso afirman, claro.
Porque está claro que los intereses de las compañías privadas no son los de a mayoría de la población, sino que son meramente económicos. Si en algún momento las personas son incapaces de pagar por su consumo, es poco probable que las empresas las privilegien frente a las industrias que sí son capaces de pagar, poniendo en riesgo la vida y la integridad de los pobladores de la región. Así mismo, el uso de grandes cantidades de agua en la producción puede poner en peligro la sostenibilidad de los acuíferos y las fuentes hídricas y amenazar a grandes sectores de la población.
El caso del acuífero Guaraní es un ejemplo claro de lo que está sucediendo: ubicado entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, se ha visto crecientemente afectado por la extracción industrial mientras que el Banco Mundial ha presionado sostenidamente a estos países para privatizar las empresas de agua ubicadas en el acuífero por motivos de presupuesto. Por supuesto, esto abriría la puerta para un ingreso aún mayor de multinacionales a la región.
En conjunto, Citigroup, UBS Investment Search, Credit Suisse, JP Morgan Chase y Goldman Sachs (mencionado más arriba) han invertido cantidades superiores a los 10.000 millones de dólares para la compra de tierras, infraestructura hídrica e industrias de procesamiento y manejo del agua. Todo parece indicar que en el futuro el agua se convertirá en un bien más preciado y tendremos que pagar para tener acceso a ella, o incluso que será causa de conflictos por el acceso al recurso. Esto no debería extrañarnos, ya que en la actualidad el 40% de las personas en el mundo no tienen acceso suficiente a agua potable para garantizar su bienestar.
Pensemos por un momento en el aumento de la población, la disminución del agua dulce y las compras masivas ya mencionadas, y preguntémonos si en unos años no será mucho mayor esta cantidad.
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