Esta es la triste historia de Juana de Aragón y Castilla, hija de realeza católica, pero a consecuencia de velar desesperadamente a su marido, durante 19 años consecutivos, la gente la apodó “Juana la loca”
Nunca permitía que la luz del sol la iluminara, pero su belleza e inteligencia siempre prevalecieron; incluso, la música era una de sus mayores virtudes. Su locura extravagante y excéntrica se produjo a raíz de una trágica historia de amor.
Un matrimonio conveniente y tortuoso
Juana era la heredera de la Corte de Castilla y por esa razón, sus padres la obligaron a casarse con el heredero de la corte de Alemania, el príncipe I de Castilla, hijo de Maximiliano I. la boda se efectuó el año de 1496.
A pesar de que el matrimonio fue arreglado convenientemente, ambos se enamoraron perdidamente desde el primer momento en que se vieron. Pero a medida en que pasaba el tiempo, Juana presentía que Felipe no le era fiel. Y efectivamente, su esposo gustaba de coquetear con toda doncella de alta alcurnia, con la que se encontrara.
Ahí comenzó la tragedia de esta hermosa princesa, al descubrir el libertinaje y adulterio de su esposo. La cosa llegó a tal nivel, que al soprender a una de las bellas amantes de su marido, la mandó matar tortuosamente. Y en medio de todas esas escenas pasionales sangrientas, nació el hijo de la pareja, quien en el futuro se convertiría en el rey Carlos V, del país alemán.
Rechazó el poder y la felicidad, a cambio del sufrimiento
Los integrantes de la familia real poco a poco fueron muriendo y la corona finalmente, le correspondía a Juana, pero ella renunció a ese privilegio puesto que solo quería dedicarse a amar y a llorar por su esposo. Al parecer, en el año 1507 Felipe falleció en circunstancias sospechosas, pues se ha considerado que el padre de Juana lo asesinó, por hacer sufrir a su hija.
Pero al poco tiempo del sepelio de su esposo,, Juana entró desesperada al monasterio donde yacían los restos de Felipe, robó el cajón mortuorio con todo y cuerpo y abrazada al ataúd vagaba por poblados y campos. El espectáculo que ofrecía a quienes observaban tal situación, era macabro. Así pasó el tiempo y cuando Juana tenía 75 años, murió en la más extrema soledad y profunda melancolía.
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