Hecha una diosa por culpa de la traición
Según las tradiciones Inuit, hace mucho tiempo entre sus pobladores vivió una mujer hermosa y cautivadora llamada Sedna. La jovencita era consciente de lo bella que era y la admiración solo provocaba en ella más vanidad y algo de soberbia que la hacía creer que era demasiado valiosa para casarse con cualquier hombre.
Sedna vivía con su padre, un hombre ya mayor que hace mucho tiempo había quedado viudo y que debido a su edad se encontraba muy limitado y no podía sustentar su hogar como lo solía hacer. Debido a esto le dijo a Sedna que debía contraer nupcias pronto o si no morirían de hambre, así que amenazó a la joven diciéndole que la iba a casar con el primer cazador que viniera por ella.
La petulante chica, creyéndose inmune a aquellas amenazas, ignoró a su progenitor y siguió mirándose en el reflejo del agua mientras peinaba su oscuro cabello. Pero pronto arribaron a su pueblo embarcaciones con cazadores entre los cuales había un hombre misterioso que estaba ataviado de hermosa pieles y ocultaba su rostro con un manto y telas.
El padre de Sedna vio una gran oportunidad: no dudo en ofrecer a su hija como si de un inmueble se tratara y la despachó en un barco con aquel cazador oscuro. Fue así como Sedna navegó con su nuevo marido por varios días hasta que llegaron a una isla recóndita donde la verdad salió a la luz: el cónyuge de la chica inuit era un monstruo que tenía cabeza de ave, era un cuervo, que con una risa estridente y feos modales la arrastró a un acantilado.
Desolada, la joven lloró día y noche, no sólo su marido era una bestia sino que la maltrataba de todas las formas posibles y la obligaba a aguantar hambre. Sedna gritó su frustración al viento con la esperanza de que su melancolía llegara a los oídos de su padre, quien al sentir el malestar de hija partió en busca de ella.
La cobardía del hombre la convirtió en deidad
El padre, lleno de culpa, navegó por varios días hasta dar con el paradero de Sedna. Cuando finalmente la halló le pidió disculpas y salieron de huida de aquel sitio. Mientras iban en plena altamar, Sedna vio con horror como su marido se acercaba volando hacia ellos profiriendo horribles chillidos llenos de ira.
La suerte parecía haber abandonado a hija y padre, y el antes tribulado patriarca que se había sentido culpable por haber vendido a su hija al ver que ese monstruo se aproximaba y lo más probable era que los exterminará arrojó a Sedna de la embarcación y gritó: “Aquí está su preciosa esposa, no me lastimes por favor, tómala.”
Sedna luchó con todas sus fuerzas para subir nuevamente a la barca pero su cobarde padre golpeaba sus dedos con los que tan desesperadamente se sostenía, el frío de las aguas árticas más las golpizas que le propinaban, hicieron que varios dedos se le desprendieran y cayeran a las profundidades del mar: de estos dedos nacieron las focas.
No obstante, la pelea de la joven no había terminado, no solo debía protegerse de los cada vez más certeros ataques de su marido sino que su padre seguía maltratándola, evitando que ella subiera al barco dándole golpes con el remo. Fue así que mientras era maltratada el resto de sus dedos se desprendieron y se convirtieron en ballenas y pescados, y la chica, cansada de luchar, se hundió en las profundidades.
Sin embargo, la jovencita no murió, su corazón lleno de cólera le dio la fuerza para convertirse en la diosa del mar y la muerte, aquella que agita los mares con solo pensarlo y la que permite que los actuales inuits obtengan su alimento si así ella lo desea. Es por eso que los inuits respetan la tradición y de las pescas actuales, regresan una parte al mar en forma de agradecimiento a aquella diosa.
Fuentes:
- https://historiaybiografias.com/diosa_sedna/
Imágenes: 1: esepuntoazulpalido.com, 2: diosasyhadas.blogspot.com.co