Un sector interno del sistema de túneles
Nuevas expediciones a los túneles
El artículo pasado dejamos el relato en el momento que un equipo entusiasmado, pero decepcionado, abandona su búsqueda por un obstáculo insalvable en medio del túnel que arde con los vahos del volcán subterráneo. Paget, quien estaba convencido de la importancia ritual de este sitio y de que había mucho más para encontrar que el primer túnel.
Así pues, el hombre comenzó pronto a organizar un segundo viaje con miras a investigar más del enigmático lugar. Afortunadamente para él, no era el único obsesionado con el túnel y varios voluntarios estaban más que dispuesto a seguirlo hasta el mismísimo infierno (literalmente) si era necesario. Le tomó a este pequeño grupo de aventureros cerca de una década retirar la inmensa cantidad de escombros que había tapado el túnel y descubrir en las profundidades de los Campos Flégreos una verdadera maravilla del mundo antiguo.
Los descubrimientos de Paget
El túnel no era natural o, cuanto menos, había sido modificado. Sus paredes estaban tapiadas e inundadas con espacios para lámparas de aceite cuidadosamente decorados; varios sistemas de túneles ocultos tras puertas dobles completaban el escenario. Algunas secciones tenían giros abruptos que parecían especialmente diseñados para que ningún visitante pudiera ver que se encuentra al fondo antes de llegar allí.
El sistema de túneles tenía un tamaño considerable, y pronto fue bautizado por Paget como el Gran Antrum. Y al final de los túneles se encontraba el que sería seguramente el mayor misterio (y la mayor sorpresa) del lugar: en un cuarto oculto tras una esquina, a mayor profundidad que los demás túneles, se hallaba un pequeño afluente subterráneo que al calor de los sulfuros volcánicos alcanzaba casi el punto de ebullición.
Un sector del río Estigia
Las teorías de Paget
Para el equipo de arqueólogos aficionados el descubrimiento fue algo completamente fascinante. En el lugar del afluente parecía tener un objetivo ritual, y al otro lado había una habitación ritual que daba, eventualmente, a una segunda salida que también había permanecido oculta por siglos en las ruinas de antiguos baños termales romanos.
Paget, fascinado como estaba con la Leyenda de la Sibila, pronto desarrolló una teoría en la que afirmaba que el sistema de túneles había sido construido por los romanos para asemejarse al inframundo. El afluente de aguas ardientes, bañadas en sulfuro, habría representado al río Estigia: allí un pequeño bote habría llevado a los iniciados a la otra orilla donde se encontrarían con alguien importante. Con la única persona digna de permanecer en la cámara ritual del túnel. Con la Sibila.
Pero para este hombre no se trataba de una construcción ritual. Se trataba, más bien, de un elaborado engaño con el que los sacerdotes buscaban convencer a sus fieles – especialmente los más poderosos – de que realmente podían llevarlos a visitar el inframundo. De acuerdo con la poca información que se tiene del lugar, podría haber sido construido en torno al 550 a. C., lo que lo convertiría con casi total seguridad en una construcción de las colonias de la Magna Grecia y nos pondría ante uno de los engaños – o templos – más impresionantes de todos los tiempos.
Aquí vemos el sistema descubierto por Paget: allí aparece el santuario y el «Río Estigia»
En cualquier caso, la comunidad académica se ha distanciado bastante de la posición de Paget, principalmente por su trabajo experimental y su categoría de arqueólogo aficionado. Su postura no sería publicada hasta casi una década luego de sus descubrimientos, y aún en la actualidad se debate la verdadera naturaleza del Gran Antrum.
¿Podría ser en verdad un espacio orientado al engaño? Es posible, pero poco probable: resulta incomprensible que una sociedad con herramientas de la Edad del Bronce construyese un túnel tan preciso que terminara en un río subterráneo completamente imposible de localizar desde la superficie. Aunque improbable, es más posible que hubiesen aprovechado túneles ya existentes con este propósito.
En cualquier caso, los hallazgos de Paget en Baiae nos demuestran que muchas veces la realidad puede resultar casi tan sorprendente como la leyenda.
Parte 1
Fuente de imágenes: 1: philipcoppens.com, 2: oracleofthedead.com, 3: public.media.smithsonianmag.com