El mundo de las imprentas
En el siglo XVIII la situación distaba de ser ideal para los obreros. Resaltaba en particular el caso de las imprentas, en las que los obreros eran fuertemente explotados por sus amos. A las malas condiciones de vida se sumaban malos salarios y una paupérrima alimentación que era, en verdad, peor que aquella que daban a los gatos: era normal observar que la comida destinada para los trabajadores fuera la alimentación de los gatos, pues las cocineras tenían en mayor estima los animales que los obreros.
Los aprendices de imprenta vivían en las peores condiciones, y recibían las más asquerosas sobras de alimentación. Pese a que entraban a las más tiernas edades a compartir el conocimiento de estas fábricas nadie los veía como niños, sino más bien como máquinas.
Como ya mencionamos, los dueños de los negocios se beneficiaban del trabajo de los obreros sólo porque tenían las máquinas de labor, pero ellos ya no sabían nada sobre el arduo trabajo de imprimir libros, sólo bajaban a la fábrica a humillar a los trabajadores, llamándolos perezosos o ladrones. El mundo en que vivían era tan podrido que no es posible creer que en ese mismo momento se estaban dando las bases de la Ilustración.
Una curiosa venganza
En un documento viejo del siglo XVIII, un obrero que aprendió a escribir, escribe una sutil venganza hecha por los obreros en el tiempo en que él era un aprendiz. El evento se presenció en la imprenta de Jacques Vincent, un burgués que tenía más de 25 gatos y humillaba a sus trabajadores igual que lo hacían en cualquier fábrica. Este burgués vivía en la Calle de Sain- Séverin en París y era uno de los pocos beneficiados en la ciudad con un negocio como el que tenía.
La cuestión comenzó con que los trabajadores tenían pésimas condiciones de vida y agregado a esto, los gatos pasaban toda la noche aullando y apareándose en el tejado, sobre las sucias habitaciones donde dormían ellos, impidiéndoles descansar. Los obreros Jerome y Leveille utilizaron esta ocasión para hacer una astuta venganza contra su amo.
En las noches siguientes los obreros subieron a los tejados de los amos para hacer demasiado ruido, tan insoportable que no dejaron dormir al amo y a su esposa en toda la noche. Al otro día el amo les ordenó que se deshicieran de esos gatos para que dejaran dormir, pero ellos sabían que entre esos gatos había unos muy apreciados por la esposa del amo.
La cencerrada comenzó en el día y armados todos los trabajadores con “mangos de escoba” y “varillas de fierro” emboscaron todos los gatos y los comenzaron a golpear y meter en costales. Muchos eran sádicamente asesinados a golpes, especialmente una gatita que era la más querida de la casa. A esta la golpearon en la columna vertebral y luego la empalaron.
Los demás gatos sufrirían una muerte similar pero en un juicio improvisado: con juez, abogado y testigos, los gatos que habían quedado en los costales fueron condenaron a morir a palo. Entonces los obreros mataron uno por uno, en un festín tan violento que cualquier persona de esta época quedaría impávida al observar actitud tan sanguinaria.
En un momento dado, el amo y su esposa salieron y vieron los ríos de sangre de gato. Sorprendido el amo por tanto ruido les dijo que bajaran el sonido, pues los gritos eran demasiado fuertes, la esposa al contrario, estaba aterrada y le dijo a su esposo que habían matado su preciosa gata y eso era porque los obreros querían matar a sus amos. El esposo no le puso cuidado y se entró.
Pero los obreros negaron diciendo que era otro gato el empalado, “nosotros seríamos incapaces de hacerle mal a su preciado gato”, dijeron. Pero luego se rieron y recordar este evento fue la única diversión para los trabajadores de esta fábrica por mucho tiempo.
Significado de matar gatos en la antigua Europa
Desde la Edad Media los gatos fueron vistos con mucha desconfianza y no fueron apreciados como los perros. En parte como consecuencia de que la religión católica viera a los gatos como demonios, el pueblo consideró que los gatos podían llegar a ser símbolos de mal agüero. Por ejemplo ver un gato sobre una cama era visto como el anuncio de la muerte o ver un gato de noche (fuera blanco o negro), podía llegar a ser mala suerte.
Por eso en las costumbres alemanas, francesas e inglesas matar gatos se volvió parte de la cultura, inclusive en el Carnaval, que era la fiesta anual que tenía el pueblo para divertirse por todo el año, existía la particularidad de matar un gato jalándole el pelaje hasta que muriera. ¡Hasta los alemanes tenían una palabra para matar gatos: “Katzenmusik”!
Pero en la fábrica de Jacques Vincent matar gatos era también un símbolo, era acabar con el dueño de la imprenta por sus malos tratos, pero como no podían matar al amo, simbólicamente mataban lo más preciado para él. Pero los gatos no eran lo más preciado para él directamente, aunque sí para su ama. Indirectamente mataban los gatos como un símbolo de matar el amo, de burlarse de él y ellos lo sabían, por eso fue tan divertido para ellos este evento.
Imágenes: 1: historytoday.com, 2: algarabia.com, 3: thegreatcat.org