En Colombia, diversas leyendas e historias ancestrales enriquecen la cultura de la nación. Uno de esos cuentos populares autóctonos y uno de los más misteriosos, es la historia de El Mohan, un enigmático espíritu.
El espíritu elemental de los ríos y lagunas
El relato varía de acuerdo con el departamento o región, especialmente en Cundinamarca, Tolima y Córdoba. Por ejemplo, en la región opita quizá sea uno de los personajes más mitológicos y respetados, al cual también le denominan “el Poira”. Lo describen como una entidad similar a un ser humano, con una mirada penetrante y picarona, larga melena y un rostro bronceado por el calor. Dicen que le encanta asechar a mujeres hermosas.
De hecho, lo que más le gusta hacer es perseguir jovencitas y con sus poderes mágicos, les causa un tipo de trance hipnótico, hechizándolas y cumpliendo con sus objetivos lujuriosos. El campesinado de esa zona, suele relatar diversas hazañas del Poira o Mohán. Señalan que éste habitaba en cavernas pedregosas, cuevas profundas de algunos ríos y afluentes hídricos. Según cuentan las historias, diversas jovencitas se han perdido y se las atribuyen al Mohán, a quien acusan de llevárselas a sus pasajes intraterrenos.
Algunos otros lo consideran como el Espíritu Elemental de cada río o laguna, por eso relatan que se le ha visto muy cerca de quebradas y ríos, por lo general con un tabaco en la boca con el que espanta a los molestos bichos. A aquellas campesinas e indígenas que acostumbran aún, a lavar prendas de vestir en estos sitios, aquel espíritu gusta de encantarlas y llevárselas a otro plano dimensional. Los tolimenses mencionan que este misterioso personaje de piel morena, se parece mucho a un oso negro, tanto en lo físico como en su comportamiento, pues dicen que es huidizo, iracundo y receloso.
Pero en la costa Atlántica, incluso llegaron a bautizarlo como José René Meléndez y también es descrito de diversas formas que lo relacionan con el agua y las rocas. Unos lo pitan como una criatura cubierta de musgo y pelo, con una larga melena, unas afiladísimas y enormes uñas como garras.
Vive en cuevas de oro debajo de los afluentes
En esta región colombiana, se tiene por tradición que la mujer cuando va al río a lavar las prendas, es mejor que vaya acompañada de un hombre, pues pude ser robada por el Mohán. Allí lo conocen como a un fornido sujeto, con el cabello muy largo y de una presencia que asustaría a cualquiera. Aseguran además, que suele emitir gritos y carcajadas de ultratumba y asusta principalmente, a trabajadores de la pesca y mujeres que lavan en las orillas de los ríos.
Igualmente se le conoce en el departamento de Cundinamarca, al interior del país. Sobre todo en una municipalidad llamada “La Mesa”; allí le tienen también: don Juan Díaz, a quienes los campesinos y sabedores de leyendas y magia, consideran como la divinidad de los afluentes hídricos. Del mismo modo, se le caracteriza con su larga cabellera, pero varían algunos aspectos a las demás zonas mencionadas.
Por ejemplo, lo tienen en el imaginario como a un musculoso sujeto barbado, cuyos ojos brillan y arden como dos hoyos fulgurantes y rojos. Su dentadura es de oro y tiene un comportamiento enamoradizo, seductor y travieso que le encantan las jovencitas que lavan en el río. Quienes más aseveran haberlo percibido, son los habitantes cercanos del río Magdalena, lugar donde al parecer lo han visto tocando flauta o guitarra.
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