La primera imagen que tenemos de un niño pequeño involucra la vulnerabilidad. Un bebé suele presentar un cuerpo frágil, endeble, que requiere del cuidado permanente de sus progenitores para no sufrir daño. Hasta una edad relativamente tardía, los niños son pequeños, frágiles y ante todo débiles, y deben cuidarse mucho. Sin embargo, existe una condición particular que pareciera quitarle a un niño esta condición.
El nacimiento de Liam Hoekstra
Desde el momento en que nació se supo que Liam no era una persona normal. Originalmente tenía un cuerpo vulnerable y fue dado en adopción debido a las múltiples dolencias de las que sufría. Entre otras, el pequeño tenía un pequeño agujero en el corazón, riñones demasiado grandes y una alergia a la lactosa que lo hacía vomitar varias veces al día. Sin embargo, el pequeño tuvo la fortuna de ser adoptado por una pareja de médicos que pudo sanar sus dolencias sin mayores problemas.
La verdadera sorpresa de los padres vino cuando comenzaron a ver el apetito voraz de su hijo. Ya había habido algunos signos de que algo no era normal con el pequeño Liam – fue capaz de ponerse de pie sin ayuda cuando tenía apenas dos días de nacido – pero no fue hasta este momento que sus padres se dieron cuenta de que algo muy raro estaba pasando.
La condición de Liam
Evidencias de un desarrollo prematuro
Cuando tenía apenas 6 meses, el pequeño Liam ya era capaz de subir y bajar las escaleras sin ayuda. A sus 8 meses ya podía hacer flexiones de pecho (“lagartijas”), y al año y medio podía mover los muebles de la sala de su familia, algo que ningún otro niño de su edad podía hacer.
Cuando sus padres comenzaron a notar que no tenían un pequeño ordinario hicieron que lo examinaran y pronto llegaron los resultados: el niño tenía una deficiencia en una proteína llamada miostatina. Esta proteína funciona para inhibir el crecimiento muscular excesivo: como Liam carecía de ella su cuerpo producía muchísima más masa muscular que la de un pequeño ordinario.
Las características de la condición de Liam
En efecto, en algunos estudios que se le hicieron se demostró que el pequeño, a sus 3 años, tenía la fuerza de un niño promedio de 7 u 8 años, es decir, era capaz de realizar tareas imposibles para todos sus compañeros de clase. Su condición, conocida como hipertrofia muscular, apenas se conoce en seres humanos desde el año 2000 (y en animales desde los 1990’s), y no hay más que un centenar de casos reconocidos.
En varios sentidos, Liam sería la envidia de cualquier fisicoculturista. Su cuerpo está genéticamente programado para producir músculo y consumir la grasa, lo que le garantiza reflejos rápidos y un desarrollo físico envidiable incluso si no hiciera deporte. Su altísimo metabolismo lo obliga a comer una gran cantidad de alimento cada día sin jamás correr el riesgo de engordar, pues sus niveles de grasa son bajísimos. En verdad, el peligro de Liam sería más bien no tener suficiente alimento para el adecuado funcionamiento de su cuerpo.
La condición de Liam no solo es especial para él. En sus genes podría estar la cura de varias enfermedades degenerativas musculares que hasta el momento no pueden ser tratadas con efectividad, y debido a que no se conocen efectos negativos de su condición puede contar con que tendrá una larga y fuerte vida. Podría decirse que es, en verdad, un bendecido por la genética.
¿Qué otro caso conoces de malformaciones genéticas que resulten ser beneficiosas?
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