No enfades a la linda gatita.
La religión de los antiguos egipcios es muy peculiar, las mismas historias se repiten con distintas versiones en lugares apartados, pero en el fondo, la leyenda es la misma, protagonizada por unos u otros dioses. Mi favorita es la saga de las hijas de Ra (o Re), en concreto, el mito de Sejmet, la diosa leona.
Cuentan que un día Ra, el dios sol creador del mundo y de los dioses, ya anciano, envió a uno de sus ojos a echar un vistazo por la tierra. Lo que vió el ojo no le gustó nada al anciano dios, los humanos estaban empezando a faltarle al respeto y a burlarse de él, así que se enfureció. Después de haberlos creado de la nada esos estúpidos humanos se atrevían a desobedecerle, se merecían un castigo y para proporcionárselo tenía a su hija perfecta, la diosa Sejmet (o Sekmet).
Sejmet bajó a la tierra y se convirtió en una leona, ávida de sangre, que empezó a devorar humanos por todas partes. Humano que se encontraba, humano que se comía, y cuánta más sangre bebía, más sangre necesitaba. Ra y el resto de sus hijos lo veían y empezaron a preocuparse, él quería dar un escarmiento a los humanos no acabar con ellos. Le entró la morriña y se acordó de cuando era joven y les enseñó a sembrar la tierra, eran tan felices juntos… Había que parar a Sejmet de alguna forma, pero esta estaba borracha con tanta sangre y se negó a dejar de devorar gente, por mucho que Ra se lo pidiera.
Entonces tuvieron una idea, una tarde que la leona dormía la siesta después de una gran comilona de humanos, vertieron ante ella vino de granadas, que era un vino que emborracha con mucha facilidad y tiene el color y la consistencia de la sangre. Cuando Sejmet se despertó con sed y vio el charco, se lo bebió visto y no visto, con el vino se emborrachó, y con la borrachera le volvió la cordura, convirtiéndose en la hermosa y mimosa gatita Bastet.
La diosa Bastet, desde entonces, se convirtió en la protectora de los humanos y de sus hogares, les protegía de enfermedades, plagas, males de ojo… pero eso sí, una vez al año exigía un festival en su honor en el que se debía beber vino de granadas, si no, se enfadaría y volvería a convertirse en una leona devoradora de humanos.
El festival en honor de Bastet era uno de los más celebrados en Egipto, no se sabe si por temor a ser devorados por una leona o por la excusa de beber vino de granadas sin freno, lo cual acababa en orgías, así que estos festivales acabaron siendo símbolo de fertilidad.
De esta manera, Bastet, la diosa gata, era adorada como patrona de la fertilidad y la prosperidad del hogar, su santuario en Bubastis era uno de los más visitados, lleno de lindos gatitos. Y su hermana mayor Sejmet (también los dioses tienen doble personalidad), representada como una mujer con cabeza de leona, era adorada como señora de la guerra.
También llaman a Sejmet «la Señora del Oeste» y a Bastet «la Señora del Este» (al oeste está el mundo de los muertos, porque es donde muere el sol, y el este, dónde nace la vida).
Ya sabéis, cuidado con hacer enfadar a la linda gatita…
Tejido por Angelika.