Se trata de las Strange Dolls, unas muñequitas con personalidad única y propia que no encontrarás en las tiendas de juguetes. Están realizadas de forma artesanal con polímero de arcilla y pintura acrílica, sus vestiditos están cosidos a manos y, lo mejor, puedes enviar tu propio pelo o tus dientes para su confección, por si quieres que el regalo sea algo realmente personal.

Las criaturas son concebidas por Beth Robinson, una artista afincada en Vermont que ha concentrado en las muñecas todas sus aficiones artísticas como el diseño, la escultura, la pintura y la costura.

Si, si… ya sé que os las llevaríais todas, a no ser porque no son precisamente baratas y tendréis que meter mano al plan de pensiones para poder comprar una, pero todo sea por ver la sonrisa de ese sobrinito tan querido.

En su web se puede ver la colección disponible, que está catalogada en grupos con nombres como: vampíricas, deformes, accidentadas, suicidas…

En fin, para todos los gustos y colores.