Seria en esta región de Colorado donde fuese detectado por primera vez el llamado «motor subterráneo»
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La Tierra habla su propio lenguaje, aunque no podamos escucharla. Se trata de los sonidos de bajísima frecuencia que se emiten desde las profundidades y que solo pueden ser detectados con equipos diseñados especialmente para ello: estos sonidos podrían ser causados por los impactos de gigantescas corrientes submarinas en las cordilleras continentales o incluso por los choques de estas corrientes entre sí. Fenómenos desconocidos harían que dichas ondas se “condensaran” en algún lugar (quizás por un tipo extraño de resonancia) causando sonidos bastante curiosos.
Estos dispositivos permiten detectar los sonidos de la Tierra, determinar su procedencia y, en ocasiones, su profundidad con algo de exactitud. Sin embargo, de vez en cuando también nos entregan detecciones de sonidos que no tienen nada que ver con cosas que conozcamos… o al menos, que conozcamos y que, se supone, existen bajo nuestros pies.
Es el caso del llamado Motor de las Profundidades.
El Motor de las Profundidades
Como siempre, tenemos apenas indicios, apariciones esporádicas del sonido de un motor en las mediciones de los dispositivos encargados de monitorear nuestro planeta.
Al menos en los Estados Unidos (donde, como es de esperarse, estos dispositivos están mejor ubicados) han tenido lugar dos detecciones de este tipo: la primera en 1970, en Colorado; la segunda en 1978 en el Estado de Washington: en ambas ocasiones el sonido fue lo suficientemente fuerte para ser oído por los individuos además de los dispositivos.
Yakima sería el segundo lugar donde apareciera el sonido
El primer suceso ocurrió cuando un equipo se encontraba en un lugar conocido como “Campo de Cristo”. Veamos su testimonio:
Acampábamos en la parte occidental de Sangre de Cristo, al noroeste de Monte Blanca y al sur de las Dunas de Aerna, cuando escuchamos los sonidos en 1970. Dos o tres noches sucesivamente, retumbó luego de medianoche y no cesó hasta poco antes de la mañana. No era tan fuerte como para escucharlo en medio de una conversación, pero definitivamente sonaba como un motor de algún tipo, particularmente como alguno que usara un dínamo. Algunos afirmaron que se escuchaba más fuerte con un oído en el suelo.
Posteriormente, e extraño sonido fue confirmado por algunos observatorios, aunque resultaba casi una anomalía y su procedencia fue imposible de determinar.
Prácticamente lo mismo ocurrió en Yakima, Washington, en el otoño de 1978:
En septiembre de 1978 el sonido de turbinas subterráneas o de motores se escuchó en la Torre Sopeli, al sur del límite de la Reserva Yakima, por siete horas (aproximadamente de 9 pm a 4 am, septiembre 3-4). De acuerdo con el jefe de Control de Incendios W. J. Voge, el ruido era como una “turbina” o “propulsores no sincronizados de un avión de mútiples turbinas”. Al salir de la estación, el perro mostraba signos de ansiedad y el jefe sentía vibraciones leves bajo sus pies en una plataforma de concreto. De acuerdo con el hombre, el mismo sonido había aparecido aquel verano, pero siempre en medio del día.
Al final, estos dos eventos resultaron ser casos aislados y nunca se estudiaron a profundidad. Donde algunos ven una casualidad, otros encuentran una sospechosa indiferencia y asumen que eran experimentos del gobierno los que estaban detrás de los misteriosos sonidos.
Algunos han ido más allá para referirse a organizaciones subterráneas – quizás vivas, quizás no – que tendrían la complejidad de un motor y podrían ser incluso construcciones de civilizaciones perdidas o razas diferentes. Es lamentable que no tengamos más información sobre esto que dos casos, casi anecdóticos, en los 1970’s.
Fuente de imágenes: 1: ancient-origins.net, 2: wikipedia.org