Zhao Zheng Ying Zheng (Qin, 259 a.C – Hebei, 210 a.C). Noble y Emperador de la dinastía Qin entre los años 221 y 207 a.C. y el primero en lograr la unificación de China bajo un mismo imperio.
Logró estandarizar las leyes, la moneda, los sistemas de medidas y la escritura, dándole al vasto territorio chino por primera vez sentido de país. Fue el pionero de la muralla china y se cree que también fue quien le dio a China su nombre. Qin Shi Huang es recordado también por su crueldad y severidad, ejerció un régimen implacable. No obstante, su legado continúa hasta la actualidad.
Asunción al trono
Nació en el año 259 a.C en el antiguo estado Qin, ubicado al noroeste de China. Su padre llegó a ser rey del estado Qin, pero fue hecho rehén por el estado de Zhao. Al ocurrir esto, Lü Buwei, un rico y poderoso comerciante, quien había sido amante de la madre de Zhao Zheng, usó sus influencias para procurar el ascenso al trono de Zhao Zheng, quien a pesar de no haber sido nombrado como sucesor, fue nombrado rey de Qin, gracias al empeño de Lü Buwei, quien fungió como representante real hasta que Zhao Zheng cumplió la mayoría de edad.
En el año 246 a.C, teniendo 13 años de edad, Zhao Zheng se convirtió en soberano del estado más poderoso de ese momento. Sus detractores han planteado la tesis de que en realidad era hijo natural de Lü Buwei, pero algunos historiadores desestiman estas hipótesis por creer que viene dada por un interés implícito de perjudicar su imagen.
Nacimiento del imperio Qin
Entre los años 475 y 221 a.C, China estaba conformada por seis estados independientes y rivales, que competían constantemente entre sí, durante la época conocida históricamente como el período de los Reinos Combatientes. Desde su llegada al poder, Zhao Zheng luchó con los otros reinos, logrando derrotar al último reino combatiente en el 221 a.C, erigiendo entonces un Imperio unificado que bautizó con el nombre de su estado, Qin, del cual los historiadores creen que surgió el nombre de China. Una vez emperador también eligió un nombre para él, proclamándose Qin Shi Huang di, que significa “Primer Soberano y Divino Emperador de Qin”.
Grandes reformas
Así mismo comenzó una serie de reformas encaminadas a conformar un gobierno totalmente centralizado, que permitiera la neutralización de cualquier movimiento separatista. En este sentido, abolió el sistema feudal existente en el territorio chino y por mandato decretó que todas las familias aristócratas se mudaran a Xianyang, capital del Imperio Qin, a fin de controlar cualquier intento por asumir el poder.
Dividió el imperio en 36 plazas militares, y a cada una la dotó de un administrador civil y de un ejército. Instauró un fuerte y riguroso sistema de leyes, donde nadie era inmune. Su imperio se caracterizó por ejercer una rigurosa disciplina y organización. Creó una moneda imperial, llamada el banliangde, el cual abolió las otras monedas, unificando a China económicamente. Promulgó leyes para que los sistemas de medidas, pesos y longitudes fuesen iguales en todo el territorio. Estandarizó la escritura, estableciendo los mismos caracteres chinos para todas las regiones, a fin de lograr un lenguaje escrito que pudiese ser entendido en todo el imperio, unificándolo lingüísticamente, con símbolos que aún hoy están en uso.
Desarrolló una serie de caminos y fortalezas para proteger su imperio. Ideó la construcción de una gran muralla que protegiera su país de los invasores que venían del norte. Cerca de 300 mil soldados y prisioneros, perdiendo su vida en los confines del imperio, trabajando por construir este proyecto llamado la pared Qin, que sirvió de cimiento a La Gran Muralla China.
El sueño de la inmortalidad
Otra de sus grandes ambiciones fue lograr la inmortalidad. Viajó por todo el territorio buscando métodos mágicos y alquímicos que le permitieran vivir eternamente. Convocaba a su corte magos y mandaba a sus súbditos a buscar hierbas milagrosas a regiones lejanas. Se cree que en una ocasión llegó a ejecutar a 460 eruditos confucianos que tildaron sus prácticas como mera charlatanería. Igualmente fue la mano que decretó “la quema de los libros”, en el año 213 a.C, reduciendo a cenizas todos los libros, a excepción de los de medicina, agricultura y los relacionados a la historia y los archivos del imperio Qin, en respuesta a la insistencia de la corriente confusionana de regresar al antiguo sistema feudal.
Fin de una Dinastía
Luego de tres intentos de asesinato, el emperador pasó sus últimos años preso de una gran desconfianza por su entorno, un gran miedo a morir y una ardua búsqueda del elixir de la eternidad. Murió de forma repentina en el año 210 a.C a la edad de 49 años, su imperio se vino abajo cuatro años después. Fue enterrado en un complejo funerario de más de 50 kilómetros cuadrados, ubicado al pie de la montaña Lishan, donde es resguardado por más de 8.000 mil soldados y caballos de terracota. Esta increíble obra funeraria, donde se estima trabajaron cerca de 700 mil hombres, fue descubierta en 1974, siendo declarada, por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad en 1987.
Legado
Aunque murió relativamente joven y su dinastía no le sobrevivió mucho tiempo, Qin Shi Huang dejó un legado de suma importancia, logrando unir a China como un solo país a través de la estandarización de su sistema económico, legal y hasta lingüístico. Muchos de sus aportes están aún hoy en vigencia, convirtiéndolo en una de las personas más influyentes de la historia.
Fuente de imagen: biografiasyvidas.com