La producción pesquera en los Bancos del Norte
Pesca
Regular la pesca (y en particular la pesca marítima) ha sido uno de los asuntos más difíciles para los países del mundo, en particular en regiones en las que las aguas no son de un único país, sino de varios.
Las regiones más productivas generalmente se ubican en climas templados. Los mares del norte, en torno al Báltico (y los países escandinavos) y el Atlántico Norte, fueron por siglos una de las regiones más productivas del mundo en lo que respecta a la producción de pescado (en particular bacalao). Los primeros europeos en arribar a New Foundland (Canadá) pronto hicieron una vida con base en las riquezas marítimas, y construyeron las bases de una comunidad pesquera que duraría siglos.
Pero bien dicen por ahí que todo en la vida tiene que terminar.
Alertas
Hacia principios del siglo XX las tecnologías pesqueras comenzaron a mejorar. Para 1950 ya no se trataba de barcos pesqueros tanto como de verdaderas fábricas flotantes, capaces de capturar, procesar y congelar miles de toneladas de pescado sin tener que volver a la costa. Los ingresos de los países pesqueros (Inglaterra, Islandia, Dinamarca, Noruega, Suecia, pero sobre todo Canadá) se incrementaron de manera impresionante en el periodo de la posguerra, convirtiendo las pesquerías atlánticas en una verdadera mina de oro. Para los 1960’s, solo Canadá estaba sacando unas 800.000 toneladas anuales de pescado para los mercados domésticos e internacionales. La cifra casi triplicaba el promedio de los años anteriores.
Y entonces llegó la primera alerta.
Luego de un pico en las capturas de pescado en 1968 las cifras súbitamente se derrumbaron. De 800.000 toneladas se pasó a 300.000 en un lapso de apenas 4 años. Como dato curioso, entre 1960 y 1975 se sacó la misma cantidad de pescado que entre1600 y 1800: unas ocho millones de toneladas.
El gobierno canadiense pronto tomó medidas, prohibiendo el acceso a barcos extranjeros a su zona de pesca. Sin embargo, esto no hizo disminuir la pesca, sino que únicamente impulsó la industria local: los pesqueros de New Foundland pronto comenzaron a comprar sus propios cargueros de capacidad media y la totalidad de peces extraídos no disminuyó, sino que se mantuvo en torno a las 300.000 toneladas anuales.
La segunda alerta vino de los propios pescadores, en particular aquellos que no lo hacían de manera artesanal, sin intenciones de enriquecerse. A principios de los 1980’s estos pescadores comenzaron a advertir que los peces no solo estaban disminuyendo en cantidad, sino en tamaño, indicador de que cada vez se privilegiaba la captura de especímenes más jóvenes. Sin embargo, en este momento el sentimiento generalizado era de optimismo y aún los científicos más comprometidos creían que la extracción de 250.000 toneladas anuales era sostenible.
Un lustro después, sin embargo, la situación comenzó a volverse más y más preocupante. En 1986 un estudio alertó sobre la disminución en los cardúmenes, pero su consejo de reducir las cuotas de pesca a la mitad (es decir, 125.000 toneladas) cayó en oídos sordos, pues las autoridades canadienses estaban muy preocupadas por la dramática pérdida de empleos que iría asociada con dicha política.
Para 1989 ya la comunidad científica había cambiado de opinión (unos pocos seguían negando los problemas), pero los políticos canadienses estaban demasiado preocupados por las potenciales consecuencias sociales y económicas de una moratoria en la pesca y apenas disminuyeron las cotas un poco. Las peticiones de establecer cotas inmediatas en máximo un 30% de los niveles anteriores eran políticamente insostenibles.
Y además, argumentaban algunos, ¿estamos realmente tan seguros de que los cardúmenes están disminuyendo?
Colapso
En 1992 las alertas alcanzaron niveles críticos. El año anterior la flota pesquera apenas había sacado 129.000 toneladas de pescado, menos de la mitad que la década anterior y 1/6 del máximo de 1968. Este año la cota se estableció en 190.000 toneladas, pero la llamada “pesca de invierno” fue un fracaso y reveló la práctica desaparición de los cardúmenes de bacalao de las aguas canadienses (las cifras lamentablemente no las encontré). Los cálculos estimaron que apenas quedaba el 1% de la biomasa que alguna vez fueron los bacalaos. Por este motivo a mediados de 1992 se decretó una moratoria absoluta en la pesca por dos años, tiempo en el que se esperaba los bacalaos volverían a sus números tradicionales.
Pero no volvieron.
Aún en la actualidad no sabemos por qué ocurrió. Algunos dicen que los bacalaos más fértiles son los más grandes y hasta que los individuos actuales no crezcan (lo que puede tardar 20 años) no pondrán huevos en cantidad suficiente para recuperar la población. Parece ser que la pesca de arrastre también tuvo que ver con el problema, pues arruinó los suelos (en los que vivían densas poblaciones de algas, almejas y crustáceos de los que se alimentaba el bacalao) y así destruyó no solo las poblaciones de bacalao, sino sus presas. Así mismo, otra teoría le apunta a que las bajas poblaciones presentan cambios comportamentales que inhiben la reproducción. No lo sabemos.
La buena noticia es que los bancos están dando muestras de recuperación. En 2010 ya se había pasado del 1% de los antiguos cardúmenes a un 10%. En la actualidad esta recuperación ha continuado, pero las experiencias previas han hecho a los canadienses muy cautelosos y la pesca aún está fuertemente restringida.
El colapso de las pesquerías del norte dejó de un momento a otro a más de 35.000 personas sin empleo, creando un terrible problema social en New Foundland. Si antes las cotas no se bajaban por miedo a 5 o 10 mil desempleados, ahora las cosas fueron mucho peores.
Bibliografía: - https://britishseafishing.co.uk/the-collapse-of-the-grand-banks-cod-fishery/
- https://www.mun.ca/harriscentre/reports/nlquarterly/NQ_article_Vol_102_No_2.pdf
- https://en.wikipedia.org/wiki/Collapse_of_the_Atlantic_northwest_cod_fishery
Imágenes: 1: wikipedia.org, 2: thestar.com, 3: fisherycrisis.com