No solo pretendo lanzar un llamado a la reflexión acerca del cuidado del medio ambiente y de la naturaleza, sino también a convertirnos en verdaderos defensores de ese regalo maravilloso que Dios ha dispuesto en nuestras manos, pues sabemos que Él con su infinita Sabiduría y entera Voluntad entregó al hombre la administración y el buen cuidado de este hermoso paraíso, para el bienestar de la humanidad entera.
Sin embargo, vemos con preocupación que centenares de hectáreas son arrasadas y devastadas, en ocasiones ante la mirada complaciente de nuestros ojos sin que pase nada. La naturaleza debería permanecer dentro de las ciudades y fuera de ellas de manera imprescindible, sin que se viera afectada por algún fenómeno externo. Debe ser el elemento más importante y necesario, pues ella determina la calidad de vida de todos los seres.
Cada vez más, nuestro planeta es gravemente afectado por múltiples factores. Las nacientes de agua, por ejemplo, son blanco permanente de la depredación y contaminación por agentes que alteran de forma violenta el ciclo biológico y natural, cortando el derecho a disfrutar de la pureza de este preciado líquido. El aire por su parte, es otro elemento fundamental, el cual se contamina en igual o mayor proporción, acarreando consecuencias fatales como enfermedades y la misma muerte.
El suelo en el que vivimos, del cual nace toda la vida; aquel del que recibimos el alimento para nutrirnos, no es ajeno a estos males, ya que sufre de un modo abrupto como consecuencia de la tala de árboles que casi ninguna persona se atreve a sembrar. O por la conducta irresponsable de arrojar desechos de toda índole, originando un terrible desequilibrio en el ordenamiento natural.
El simple e insignificante papelito que dejamos caer en las calles de nuestras ciudades, que sumado con el de otros cuantos millones de habitantes, se convierte por sí solo en toneladas y toneladas de basura que van a parar a los ríos, afectando su cauce y sedimentación y finalmente, causando graves inundaciones, alta mortalidad de peces y especies aptas para alimentarnos así como para la conservación de otras.
Si esto lo ocasiona un simple papelito, ¿qué diremos de los desechos tóxicos, químicos, industriales y radioactivos? Tan solo les dejo la inquietud. Reitero pues, la exhortación a convertirnos en defensores de nuestro planeta y a tomar medidas antes que nos veamos abocados a una catástrofe donde ninguno de nosotros estaremos en capacidad de solucionar.
Uno de los mayores problemas radica en la corrupción tan marcada en Colombia y en el mundo, pues los políticos a expensas de la población civil, venden y negocian con todos los recursos naturales, importándoles absolutamente nada las consecuencias en la naturaleza, en la calidad de vida de todos, no solamente de los seres humanos, sino de todos los animales y plantas en general; es decir, del ecosistema entero.
Se queda uno sin palabras al observar cómo están acabando y talando los árboles robles gigantes del Amazonas. Pero a las gentes las mantienen entretenidas y despistadas de todo esto, utilizando los medios masivos de información, con toda su espectacularidad de matanzas, futbol, información tergiversada, etc.