Una historia de humildad griega
Cuenta la leyenda que los dioses aburridos de sus infinitos privilegios en el panteón, en especial Zeus y Hermes, decidieron poner a prueba la humildad y amabilidad de los seres humanos. Así que esté dúo de padre e hijo bajaron a la tierra a una población cercana, se hicieron pasar por humanos y tocaron de puerta en puerta buscando cobijo y alimento.
No obstante, lo único que recibieron fueron portazos en las narices, hasta que finalmente llegaron a una pequeña casita y allá los recibió una pareja de ancianos, Filemón y Baucis, quienes no tuvieron problema en dejar entrar a los dos peregrinos (que como sabemos eran dioses camuflados).
Filemón los hizo entrar y tomar asiento mientras que Baucis les suministro telas para protegerse del frío. Durante toda la noche atendieron a los viajeros y dispusieron para ellos los pocos recursos con los que contaban: avivaron las llamas para dar calor a la vivienda, calentaron agua para aliviar el cansancio de los pies de sus visitantes, Baucis dispuso una sencilla pero deliciosa cena y jamás dejaron desatendidos a los dioses, quienes conmovidos por el actuar de aquella pareja no dejaban de sonreír.
Sin embargo, en el transcurso de la noche algo peculiar sucedió y era que en la jarra donde estaba el vino jamás se terminó, Filemón se dio cuenta de esté hecho y así fue como descubrió la verdadera identidad de sus huéspedes: dioses. Preocupado le contó a su esposa de lo que sucedía: Filemón y Baucis se sintieron realmente mal por no poder ofrecer mejores alimentos a las deidades y sin decir nada la pareja salió para intentar atrapar a la única oca que tenían, un ave que estaba vieja y flaca.
El animal les puso resistencia a los ancianos y se entró a la casita de huida de la pareja, Zeus y Hermes entretenidos al ver el trajín revelaron su verdadera identidad: “efectivamente somos dioses, y hemos bajado a la tierra para poner a prueba la amabilidad de los humanos, pero sus huraños vecinos nos han tratado mal. Así que ellos tendrán su castigo. Por favor, sígannos a lo alto de la montaña.”
El regalo a Baucis y Filemón
La pareja siguió a los dioses y desde lo alto de la montaña, vivieron como su pueblo se inundaba y lo único que seguía intacto era su pequeña cabaña que en instantes se transformó en un impresionante templo. Antes de marcharse, los dioses les dijeron a Filemón y a Baucis que les concederían un deseo.
Después de conversarlo, los ancianos se dirigieron a los dioses y les pidieron lo siguiente: “Permítenos ser sacerdotes de tu templo y cuidarlo. También permítenos vivir el resto que nos queda de vida juntos en armonía así como lo hemos hecho y que al final de nuestra existencia nos podamos ir juntos para que ninguno sufra la ausencia del otro.”
Les fue concedida su petición y cuando ya se acercaba el ocaso de su vida, la pareja se abrazó una última vez y notaron como el cuerpo de cada uno era cubierto de ramas y hojas, él se convirtió en un roble y ella en un tilo, entrelazados desde las raíces creciendo siempre juntos.
Fuentes:
- https://enriquepallares.wordpress.com/2017/03/03/el-roble-y-el-tilo/
Imágenes: 1: wikipedia.org, 2: mitoslogos.blogspot.com.co