Historia de la Odontología Victoriana

¿Cómo era el trabajo de un dentista en tiempos victorianos?

Es un tema recurrente que en plena era victoriana, las invenciones y descubrimientos estaban a la orden del día y no precisamente por su eficacia a la hora de funcionar, pues hemos hablado de dietas, maquillaje o decoraciones con fines letales. Sin embargo, hay que destacar uno que otro hallazgo como el uso del óxido nitroso como anestésico para la extracción de dientes.

A pesar que, en aquel periodo ya se veían las primeras escuelas odontológicas, todavía se tenía el riesgo de caer con un charlatán o no contar con los recursos para ir con un profesional. La situación fue mejorando, para 1878, cuando el Parlamento Británico aprobó una ley sobre los dentistas, solo aquella persona que estuviera calificada y con título podían ejercer.

Los servicios profesionales eran costosos y fue así como muchos seguían recurriendo a barberos o herreros para aliviar su dolor.

Cepillos, enjuagues y otras recetas

Prototipos de cepillos han existido desde el siglo XV, pelo de cerdo atado a un trozo de madera, ramas partidas en varios pedazos o telas. En algunos casos se conoce de diferentes recetas para elaborar enjuagues bucales, todos ellos hechos a base de perejil o menta para mejorar el aliento.

También se hacía uso de un polvo abrasivo con sabor de menta, su sabor era parecido a la pasta actual. El producto era demasiado costoso y pocos podían permitírselo. Y con la industrialización del azúcar, las caries proliferaron en el pueblo inglés.

Los dentistas y sus contratiempos

Como lo mencionamos en una entrada anterior, la profesión de dentista no existía y eran otras personas las que se le median al reto del ‘cuidado dental’ como carniceros, carpinteros o barberos, inclusive llegó hablarse del barbero cirujano, es decir, cualquier persona que tuviera acceso a instrumentos filosos, podía desempeñarse como un rustico dentista.

Las prácticas de aquellos personajes eran bastante dolorosas y arcaicas, para sacar una muela se usaban pinzas que lo único que hacía era empeorar la situación, el procedimiento era doloroso y poco higiénico. Como tal no existía la anestesia, era así que se recurría a las bebidas alcohólicas para adormilar de alguna manera al paciente.

Todo aquel que hubiera pasado aquella experiencia o trabajara en el campo, contaba con la experiencia suficiente para extraer muelas en su familia. Se dice que, las mujeres el día de su boda extraían los dientes de su marido, para evitar las molestias de hacerlo en un futuro. De igual forma, si ellas contaban con una buena dentadura, también la perdían.

Las dentaduras postizas eran hechas de madera, porcelana o hueso de animal como marfil. La goma e inclusive el oro se volvieron material de primera para la elaboración de postizos. A partir de 1820, aparecen las primeras escuelas para dentistas, ya era posible realizar restauración de dientes más aceptable e higiénica.

Auguste Taveau, fue un estudioso de la odontología y el primero en usar una amalgama de la masa que estaba hecha de monedas de latas y mercurio. Con la intervención del caucho vulcanizado, las prótesis dejaron de ser de oro, aunque siguieron existiendo dificultades para realizar restauraciones, sin el taladro eléctrico (ver la entrada dedicada a este instrumento) las caries eran difícilmente removidas y el procedimiento doloroso, hasta que en 1871 surgiría el primer taladro dental mecanizado.

Solo en 1890, se comenzó a tener consciencia de la placa bacteriana dental y que era la causa de las caries y se inició con una educación en el público, sobre las buenas costumbres del cuidado de la boca. Las industrias comenzaron con la masificación de productos para la higiene bucal como pasta dientes o cepillos más elaborados y comenzaron a venderse en locales como farmacias, algunos de los productos estaban aromatizados con menta, rosa o vainilla.

Fuentes: