Hacia los confines del mundo
La primera parte la terminamos con el recorrido inicial de Ibn Battuta, descubriendo las sacras tierras de Mahoma. Ahora nuestro héroe visitará la mayoría de tierras islámicas de Oriente Medio. No olvidemos que sus viajes iniciales buscaban observar las distinta costumbres de los pueblos musulmanes, por eso volvió varias veces a la Meca.
Su recorrido por las tierras musulmanas
Cuando dejó la Meca por primera vez se encaminó hacia Irak, Kurdistan e Irán, las tierras persas y babilónicas que lo asombrarían por la agricultura y las formas culturales heredadas desde milenios. Su encuentro con pueblos chiitas y kurdos fue más grande en esta época.
Aunque estas tierras eran gobernadas por los mongoles que sepultaron la cultura abasida, Ibn no dejó de visitar la capital de Bagdad. Su recorrido pasó por Nayaf, Kufa y Basora, ciudades enigmáticas en la cultura oriental.
Después decidió volver a La Meca y allí quiso convertirse en un profeta que iba de lado a lado para repartir la palabra de Mahoma. Para ello contó con el auxilio de los jeques que le permitieron el viaje por las poblaciones más al norte de Irak y que también le patrocinaron la vuelta a la ciudad sacra donde se preparó para viajar al sur.
Yemen y África
Battuta viajó hacia el Mar Rojo donde conoció grandes poblaciones de tez oscura que despreció porque sus ciudades eran sucias, según cuenta en sus viajes. Esto no dejó que prosiguiera por Xanzibar, Kilwa Kisiwani o Etiopia. Se quedaba una semana en cada sitio y encontró gente prodigiosa, como un ermitaño que llevaba 50 años en ayunos.
Este es el recorrido donde el peregrino se siente más extrañado, pues las ciudades africanas eran diferentes en muchos aspectos a las que él conocía, eso le da el impulso para volver a la Meca y encaminarse de nuevo hacia las tierras del Oriente Lejano donde también había musulmanes. Todo esto pasó cuatro años después de su partida.
Recorrido a Costantinopla
No fue fácil llegar de nuevo a La Meca para encaminarse a la Anatolia, la provincia turca. Las mareas hicieron que el camino de regreso fuera más difícil y cuando llegó estuvo enfermo unos meses.
Sacando fuerza de su interior quiso conocer la India, deseaba visitar al sultán de Delhi y tener trabajo allá, por lo que buscó la ruta de la seda que lo llevaría allá. Para esto subió por mar hasta la ciudad de Damasco, donde prosiguió hacia Crimea y el sur de Rusia. Allí conoció al Khan Ozbeg que iba con su caravana siguiendo la ruta de la seda.
Pero fortuitamente se cruzó con Constantinopla, que estaba en ese momento dominada por los cristianos ortodoxos. Se quedó un tiempo y conoció al emperador Andronico III. Luego siguió sus pasos hacia la India, por lo que tuvo que atravesar el Mar Caspio y Afganistán.
Las maravillas de India y China
El libro de viajes de Ibn Battuta narra con sorpresa, cómo una mujer se lanzó a la pila del cadáver de su esposo mientras ardía. Esto fue el presagio de las cosas que le pasarían a futuro. Se quedaría con el sultán de Delhi pero sentía que ese hombre le tenía mucha desconfianza porque Ibn era justo al conocer bien la ley del Corán, mientras que su adversario no.
No dejó por eso de escribir sus pensamientos, sus encuentros y sus desconfianzas. Creyendo que lo iban a matar prefirió devolverse a la Meca aunque el sultán le ofreció un viaje más largo para China, viaje que Ibn aceptó.
Mientras iba yendo le pasaron cosas tenaces. Por ejemplo, un grupo de ladrones hindúes atracó la caravana, dejando casi sin vida a Battuta, además, los barcos en los que se embarcó hacia Calicut desde Cambay, fueron destrozados por una tormenta, sólo un barco quedó a salvo pero se lo robó un rey local, según reza la fuente.
Estuvo un tiempo en las Islas Maldivas donde sus conocimientos fueron muy bien apreciados, lastimosamente salió de allá escapando y dejando una esposa que era familiar del rey. Así prosiguió su camino hacia China. Mucho de lo que le sucedió lo hizo reflexionar sobre la muerte, pues unos piratas chinos también buscaron robar sus embarcaciones.
En China tampoco le fue tan bien, como no dominaba las lenguas locales, sólo optó por visitar las ciudades más reconocidas, mirar monumentos y devolverse. No por ello anotó en su diario que los chinos eran personas muy diferentes en sus quehaceres. Hizo menciones sobre la religión budista e hinduista en su diario, mostrando mucha sorpresa. Luego se devolvió hacia tierras árabes.
Su viaje de regreso
Si pensó alguna vez quedarse en India, ahora lo desechó completamente. Ibn Battuta se fue hacia su casa en Tánger. En Damasco se enteró de la muerte de su padre y de la peste negra que comenzaba a desolar el mundo.
Es en estas circunstancias donde se da cuenta que él no tiene ninguna casa, ningún hogar y viaja hacia la España musulmana sin quedarse en Marruecos, su patria natal. Allí observa directamente lo que ocasionó la peste y se lamenta de ellos. Viaja hacia Gibraltar, Granada, Málaga y otras ciudades. No continúa hacia el norte porque cree que en occidente sólo hay salvajes asesinos, esto debido a las cruzadas que habían emprendido años atrás contra su civilización. Así que decide volver a Tánger.
En su ciudad y su país escucha de un rey africano de Malí que había pasado por allí con un montón de féretro lleno de oro y perlas. A pesar de que Ibn Battuta ha visto tanta riqueza por todo el mundo, decide emprender su último viaje en 1341 hacia Malí.
Baja por el río Niger y se encuentra al rey Mansa Soulayman de Malí, recorre ciudades importantes como Tombuctú, observa la poca hospitalidad africana pero ello no lo sorprende tanto como las grandes riquezas de los imperios que visita.
En un momento recibe un mensaje del rey de Marruecos para que vuelva. Es fuertemente elogiado por sus hazañas y viajes a su regreso. Por la edad y la experiencia no vuelve a salir de casa y muere en 1377 sin nunca publicar su libro.
Imágenes: 1 y 3: Wikipedia.org, 2: biografiasyvidas.com