Retratos post mortem
La fotografía nace en 1839 y ahí mismo surge la tradición francesa de fotografiar a los muertos. La visión que tuvieron de la muerte en esta época romántica era muy distinta de la que tenemos ahora. Ellos consideraban que la muerte de un ser querido podía ser un privilegio.
Esta costumbre de retratar a los muertos se remonta muchos siglos atrás. En la Edad Media, el postulado en latín “memento mori” (Recuerda que morirás), justificaban la acción de retratar a un muerto, incluso a los santos sólo podían retratarse al momento de su muerte.
Si vamos a los orígenes de varias culturas, encontraremos que la práctica de preservar algo del muerto era muy extendida en el mundo. Desde los egipcios que momificaban a sus faraones para que tuvieran su apariencia por la eternidad, hasta los mayas y sus mascaras post mortem de jade.
El ritual de “La muerte niña”
Todos conocemos que la cultura mexicana tiene una relación muy fuerte con la representación de la muerte mucho antes de la llegada española. Con la época colonial llegaron nuevas maneras de abrazar la muerte de los seres queridos y fue adoptada con mucho ahínco por todos.
Esta manera era la costumbre de los retratos post mortem, que a diferencia de Europa se hacía exclusivamente con niños y niñas que habían fallecido siendo muy pequeños. Los retratos eran pintados a mano y el artista representaba al niño como si fuera un angelito.
En el siglo XIX era muy extraño que una familia regular accediera a una cámara fotográfica. Además, a América llegaban exclusivamente máquinas de daguerrotipo para las familias más poderosas, la mayoría de la gente seguía haciendo sus pinturas para las representaciones.
Fue hasta la segunda mitad del siglo XX que las cámaras fotográficas se volvieron más asequibles. La costumbre de fotografiar niños muertos se volvió exclusiva de las provincias mexicanas y allí se volvió todo un arte esta macabra tradición.
La tradición se mantiene
Actualmente podemos encontrar esta actividad en las provincias de Pino, en Zacatecas y en Cosio, Aguascalientes, esta tradición (México). La alta mortandad infantil en estas zonas durante todo el siglo XX debida a las enfermedades pulmonales, la diarrea, la viruela y otras, favoreció su desarrollo.
Los padres del pequeño difunto, visten el cuerpito con ropas blancas y lo decoran como a un angelito. Luego exaltan los rasgos de pureza del niño y hacen una gran celebración porque creen que el niño se va al cielo.
Varias familias se toman muy enserio dicha celebración y disparan cohetes a todas partes, como una manera de celebrar que el niño se va al cielo para pedir por su familia. Recordemos que gran parte de México continúa con su fuerte tradición católica.
Los niños al ser pequeños y estar en inocencia total, son vestidos como los santos. Es muy usual encontrar niños de San José, el Sagrado Corazón de Jesús o de la Virgen de la Inmaculada concepción.
La costumbre de fotografiar muertos en Europa, siempre buscó que el muerto simulara algo. Entonces el difunto podía estar como dormido o como si estuviera vivo. En el caso mexicano es más usual que el muerto no simule nada, sólo se pone flores alrededor y se deja en el féretro .
Las fotos siempre son tomadas en compañía de su familia, pues es la última foto con sus seres queridos. Muchos creen que esta práctica es diabólica o fantasmal pero la verdad era altamente promovida por la Iglesia Católica.
La costumbre post mortem en Latinoamérica
Los europeos que llegaban a América tenían que ganarse la vida de alguna forma. Es por eso que en los diarios argentinos, peruanos o mexicanos llegaron a promocionarse grandes artistas que buscaban vender el arte de tomar fotografías a los muertos.
En el diario “El nacional” en Buenos Aires, durante el año de 1861, se encuentra una publicidad donde se promociona “retratar cadáveres a domicilio a precios acomodados”. Por ello vemos que esta costumbre fue más difundida en el siglo XIX de lo que podíamos imaginar.
En Perú, Bartola Luigi y Aldanando Antonio fueron los precursores de la fotografía post mortem de niños durante 1844- 1848. El arte era muy demandado por las familias de todas las condiciones sociales. Era la única manera de tener una representación de su ser ido.
En México, a nivel profesional, el arte de fotografiar difuntos fue altamente difundido durante el siglo XIX, pero acá sólo las familias acomodadas tenían la posibilidad de acceder. Juan de Dios Machain, es el fotógrafo mexicano (de origen jalisciense) más importante.
En sus registros aparecen más de 100 fotografías de “angelitos”. Los fotógrafos de Guanajuato, Romualdo García y los hermanos Casasola también son muy importantes en el ramo de la “Muerte Niña”.
En sus colecciones se encuentran más de mil fotografías y además, dieron la oportunidad de retratar la vida cotidiana de los provincianos de los estados de Guanajuato, Jalisco y Aguascalientes. Lugares donde estas costumbres eran más comunes de lo que imaginamos.
El centro donde se fotografiaba al “angelito”, era cubierto por una sábana blanca y se colocaba coronas de azahares. Como estas familias tenían entre 8 a 10 hijos, más de la mitad morían por falta de remedios. Hoy en día México es el lugar donde más fotografías de “La Muerte Niña” se hacen.
Fuentes:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Fotograf%C3%ADa_post_mortem
- https://www.eluniversal.com.mx/cultura/patrimonio/la-antigua-tradicion-de-retratar-ninos-muertos
Imágenes: 1: debate.com.mx, 2: eldiaonline.com, 3: xpresion.com.mx