La importancia que cada día van cobrando las redes sociales es notoria. En especial, los adolescentes han adoptado muy en serio su imagen en ellas y cada uno lucha por dar el mejor perfil de sí. Pero la cosa ha llegado a un punto en el que se han registrado numerosos casos enfermizos que culminan en trágicos crímenes, por la falta de una apropiada forma de usarlas y asimilarlas.
Su amiga inseparable
Un claro ejemplo es el caso del asesinato de Anel Baéz, una joven que tenía tan sólo 16 años, a manos de su mejor amiga de la misma edad, Erandy Gutiérrez, motivado porque Anel publicó una fotografía que no gustó para nada a Erandy. Ellas eran amigas desde hacía varios años en el colegio y se les veía juntas en todas partes. Los hechos se presentaron en Sinaloa, México.
En el año 2013, en Facebook, Anel publicó un comentario a modo de dedicatoria para su mejor amiga que a la letra decía: “Te amo, no sabés qué feliz que me hace que vos seas mi amiga. Sos más que eso: sos mi hermana”, acompañada de una fotografía donde se aprecian con escasas prendas de ropa, abrazadas y muy contentas.
Pero en vez de obrar un efecto amistoso y afectivo en Erandy, le provocó unas ganas inmensas de venganza porque por algún motivo, sintió que su imagen había quedado afectada de modo negativo y eso es lo que más le importaba.
Las reacciones violentas de aquella chica se dejaron ver en Twitter los días posteriores. Publicaba una serie de amenazas, pero nunca indicaba hacia quién. Algunas de ellas decían: “Voy a sepultarte antes de que pase este año”; “pueda que parezca muy calmada, pero en mi cabeza te he matado más de tres veces” y otras de la misma índole.
65 puñaladas traperas
Ante el comportamiento agresivo de su íntima confidente y con ánimo de limar asperezas, Anel le propuso a Erandy una cita en su casa, a lo cual aceptó e incluso le dijo que llevaría un delicioso helado. Así fue, Erandy llegó a casa de su amiga y fingía estar dispuesta a una reconciliación.
En un momento, cuando veían la televisión acostadas en la cama, Erandy se levantó, fue a la cocina, cogió un cuchillo y sorprendió por la espalda a su compañera con un total de 65 puñaladas. En seguida, huyó de allí.
En plenas exequias fúnebres, en medio del llanto y el dolor de las familias, agentes policiales arribaron a la funeraria y capturaron a Erandy, por el delito de “homicidio”. Obviamente, la sorpresa causó mucho más dolor y pena.
Año y medio después, la justicia mexicana sentenció a la menor a una pena de 7 años de cárcel por aquel crimen dantesco. Esta es la condena más larga en prisión que en aquel país se puede imputar a un menor de edad.
Las huellas dactilares, sumado a otra serie de pistas y sobre todo, las amenazas continuas de muerte de la principal sospechosa, conllevaron a las autoridades a concluirlo todo fácilmente.
Imagen: telemundo.com