La Segunda Guerra Mundial fue un periodo de destrucción y violencia como no lo había conocido la humanidad, pero también uno en el que floreció el espíritu innovador del ser humano. Bien dicen que no hay mejor aliciente para la invención que la necesidad.
Pues bien, el gobierno de los Estados Unidos comenzó todo tipo de proyectos orientados a obtener cualquier ventaja, así fuera mínima, en el campo bélico. Uno de los proyectos menos conocidos (y que al final terminó siendo un fracaso) fue la idea de crear “murciélagos de guerra”: de utilizar estas pequeñas criaturas como herramientas en el combate. Veamos de qué se trató.
Los orígenes del Proyecto X-Ray
En 1942, cuando el conflicto estaba en su peor fase, un odontólogo norteamericano llamado Lytle S. Adam escribió una carta al gabinete ministerial de la Casa Blanca proponiendo un plan de acción un tanto excéntrico. Adam consideraba que los murciélagos podían usarse como un arma de guerra efectiva si se les cargaba con una pequeña bomba incendiaria. La lógica detrás de la idea era la siguiente:
Los murciélagos buscan siempre lugares cubiertos para pasar el día, y son criaturas nocturnas y silenciosas que, además, abundan mucho en el territorio norteamericano. Los Estados Unidos podían amarrar cargas incendiarias a, digamos, 1.000 de estos animales, soltarlos sobre el territorio japonés y ver cómo, una vez el temporizador se activara, toda la región ardía en llamas. El plan, claro, no tenía en cuenta el bienestar de los animalitos, pero sí sus hábitos y su capacidad para cargar esos muy superiores al suyo propio.
Los experimentos con murciélagos
El proyecto se consideró como una buena idea, y el ejército llamó al mismo Adam para que indicara qué especie de murciélago podía ser más eficiente en este objetivo. Y fue el mismo inventor del Napalm, Louis Fieser, quien quedó encargado del diseño de las bombas: una de ellas tenía 17 gramos de explosivos y la otra 28.
El plan original implicaba dejarlos caer como misiles en las ciudades industriales japonesas. Se diseñó un contenedor especial para llevar los murciélagos, que caería como paracaídas en las ciudades japonesas. De acuerdo con los cálculos de los militares, una incursión de 10 bombarderos sería capaz de soltar más de un millón de estos pequeños animales. Los murciélagos buscarían entonces refugio en las fábricas y hogares de la ciudad y a una hora determinada estallarían todas las bombas de manera simultánea, sembrando el caos entre los enemigos.
Sin embargo, los experimentos no fueron como lo planeado. Las criaturas probaron ser muchísimo más impredecibles de lo pensado, y uno de los experimentos casi terminó en una catástrofe cuando algunos murciélagos escaparon y se refugiaron en unos depósitos de combustible de la cercana base aérea de Carlsbad, en Nuevo México.
El Proyecto X-Ray de la Marina
La Fuerza Aérea, que hasta entonces había estado a cargo del proyecto, decidió trasladarlo a la Marina, que lo bautizó como Proyecto X-Ray. El proyecto ya no era lanzar “murciélagos misil”, sino llevarlos en submarinos y liberarlos en torno a las costas de las ciudades Japonesas. El proyecto prosiguió con cierto éxito (incluso se realizó una ciudadela en Utah, mostrando que era viable usar los animales como arma), pero en el verano de 1944 fue cancelado cuando los militares se enteraron de que no estaría listo hasta mediados de 1945. En ese momento, dos millones de dólares se habían invertido en él.
¿Qué otra arma así conoces?
Fuente de imágenes: 1: didyouseethatsports.com, 2: upload.wikimedia.org, 3: xanth.msfc.nasa.gov