Con el título El llano en llamas se conoce a un cuento del célebre escritor mexicano Juan Rulfo, el cual forma parte de los veintitrés relatos que conforman el libro que lleva por nombre también El llano en Llamas, y que fue publicado en 1953, gracias al trabajo editorial de el Fondo de Cultura Económico, aun cando se tiene registro de que casi la totalidad de cuentos que componen esta obra habían sido publicados tres años antes en la revista América.
Análisis de El llano en llamas
Como en casi todos los cuentos que conforman esta obra de Juan Rulfo, el tema sobresaliente es la situación social y política del México sobreviviente a la Revolución, el cual, sin rumbo, quedó sumido en una guerra y olvido, en donde sus habitantes son más que personas, almas en pena que sobreviven sin tierra, sin esperanza y a merced de las convulsiones sociales que traen consigo un río de venganza y violencia.
De esta forma, el Llano en Llamas, con cuyo nombre parece establecer un diagnóstico del estado de ebullición que presentaba el México de ese momento, revela la historia de un grupo de asaltantes, a través del testimonio en primera persona de una de ellos. Sin embargo, aun cuando los hombres de este grupo, dedicado a asaltar pueblos y ranchos, se encuentran agrupados bajo la figura del general Pedro Zamora poco a poco va quedando en evidencia que a estos hombres no los mueve un ideal, sino el mero deseo de hacer daño y dinero. No obstante, Rulfo pareciera querer demostrar hasta el grado de lo absurdo cómo se comportan de esta forma por no conocer otra, puesto que al menos en dos ocasiones su protagonista afirma que si hubiesen podido se hubiesen pacificado.
En resumen, El llano en llamas ofrece un testimonio desde las trincheras de uno de sus combatientes, el cual revela con suma tranquilidad eventos cruentos y terribles, que van dibujando un retrato siniestro y terrible de un México azotado y asolado por una Guerra Civil absurda, en donde sus pueblos son asaltados e incendiados, dejando a su paso un verdadero Llano en Llamas.
Resumen de El llano en llamas
Este cuento de Juan Rulfo comienza con un curioso epígrafe, consistente en una cita de un corrido popular, que dice “Ya mataron a la perra, pero quedan los perritos”, el cual parece anticipar al cuadro cruel y descarnado de la Guerra Civil que quedó como secuela de la Revolución Mexicana, y que aun cuando esta se había dado por terminada, dejaba sus hijos, los cuales también someterían a México en la desesperación y la muerte, viviendo el eterno combate entre los “revolucionarios” o rebeldes y los federales.
De esta forma, el grito de “¡Viva Petronilo Flores!” colocando en guardia a los hombres de Pedro Zamora inaugura este relato. Acto seguido, tratando de averiguar de dónde viene ese rumor que parece río, los hombres de Zamora se despliegan para verificar a sus enemigos, dando lugar a un enfrentamiento, en donde estos últimos resultan superado en hombres, armas, balas y coraje.
Con gran detalle, casi como de un guión de Cine se tratara, Rulfo describe cómo los acorralaron y los hicieron huir, hasta quedó un grupo con once o doce menos de los que eran originalmente. Aturdidos todavía por las balas, alguno hombres de Zamora regresan a buscar los retos de los suyos, encontrando a todos muertos. Unos días después tendrá lugar nuevamente otro enfrentamiento entre los bandos de Petronilo Flores y Pedro Zamora, que originará la abrupta disminución de los hombres de este último.
Así del grupo de Pedro Zamora sólo quedarán cinco o seis hombres, que decidirán esconderse en las montañas mientras pasa el tiempo, a fin de poder regresar olvidados para reintegrarse a la vida. De hecho el narrador en primera persona afirma que todos sin dudarlo se hubiesen pacificado si tuvieran la seguridad de que no los colgarían. Sin embargo, unos meses después, cuando la vida ya parecía estar en paz, apareció un hombre a caballo cargado de armas, quien les entregó a cada uno su fusil, y les anunció el regreso de Pedro Zamora.
Los hombres estaban felices. De ahí en adelante, el relato comienza a mostrar cómo estos individuos tomaban por asalto pueblos enteros, matando a sus hombres, violando a sus mujeres y quemando casas y sembradíos, dejando a su paso un verdadero Llano en Llamas. Así mismo, el protagonista cuenta cómo los federales aguzaron también la búsqueda de estos asaltantes que para ese entonces hacían una revolución que no tenía bandera, y que en voz del propio Pedro Zamora, había que apurar, para que los ricos la pagaran, y que cuando estallara por fin la Revolución se tuviese una idea clara en qué invertir los recursos.
De esta forma, el grupo de Pedro Zamora llega a su acto más cruel, el descarrilamiento de un tren, en el que mueren miles de soldados. Crimen que por supuesto fue totalmente vengado por el Gobierno que desplegó toda su fuerza en encontrar a los hombres de Pedro Zamora. Con el tiempo, cuando ya eran muy pocos, se dispersaron por los caminos. Cuentan que al general Zamora lo mataron en México. No obstante de este dato pudo enterarse el protagonista en la cárcel en donde pagó muchos de sus crímenes, pero no los que cometió al lado de Zamora, pues las autoridades nunca supieron que él era uno de los hombres que acompañaban a este bandido, sino que había sido condenado por violación.
Sin embargo, mucho de esos tiempos, ahora vivía en una casa, tranquilo, con su mujer, una mujer que durante un asalto a un pueblo, el protagonista de la historia la había robado y violado, mientras que uno de sus compañeros había matado a su padre, y que a la hora de salir de la cárcel le había estado esperando afuera, con los brazos abiertos, para recibirlo y presentarle a su hijo, al hijo de ese asalto, quien parecía idéntico a su padre, sólo que con un brillo de maldad en los ojos, aun cuando su madre aseguraba que no era ningún violador o asesino, sentencia que en primer momento obligó al hombre a bajar la cabeza.
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