El Amazonas abarca grandes regiones suramericanas, donde la magia, el chamanismo, las historias y las leyendas son el pan de cada día. Un mundo totalmente distinto al que conocemos en las ciudades; lugares esplendorosos de la naturaleza en el interior de las espesas selvas. Uno de esos cuentos impresionantes de este lugar, es que existen ciertos chamanes capaces de transformarse en fieras salvajes. Presentamos: “Yanapuma, el mito de los brujos que se convierten en jaguares”:
El hombre puma
Cuentan de generación en generación, varios pueblos amazónicos, que existe una criatura llamada el Yanapuma, un felino negro lleno de poderes terribles, pero más allá de eso, son brujos que a partir de ciertas técnicas y usos mágicos de plantas especiales, logran transformar su aspecto humano en ese jaguar. Hay quienes añaden, que varios de esos animales se comen las cabezas de las personas, porque es lo único que les gusta de todo el cuerpo; lo demás, lo dejan intacto.
En lenguaje quechua, el término yanapuma significa “puma de color negro”. Son varias zonas donde se cree en el mito y por ende, cambian los detalles aunque la esencia es la misma. En algunos de esos lugares, se le llama también ranapuma, que traduce a español “hombre puma”. Sólo los hombres de más conocimiento de algunas tribus amazónicas, tienen el poder de convertirse en un felino de estas características, según el mito.
Cuenta una de las historias más famosas, lo acontecido un cazador que se hallaba trabajando para un grupo de leñadores, buscando buenos animales como presas para su alimentación, cerca del río Pachitea. Un día, salió el cazador en compañía del cocinero del grupo y ambos vieron al mismo tiempo una criatura extrañísima, de color blanco. Fue tanta su impresión que quedaron asombrados impávidos, completamente inmóviles presenciándola.
El más anonadado era el cazador, pues sabía que se trataba de un Yanapuma, un brujo peligroso que podría amenazar la vida de quienes se hallaran cerca. Por eso cuando reaccionaron se fueron corriendo a toda prisa con la intención de avisarle al campamento entero y así, movilizarse a un lugar más seguro.
De acuerdo con la versión y creencias del cazador, aquel felino paranormal atacaba en las horas nocturnas, pues adquiere mayores poderes y nada ni nadie puede matarlo, ni si quiera herirlo. Pero el único que le creyó fue el cocinero, pues había visto el Yanapuma también. Los demás se reían a carcajadas y decían que se trataba de supercherías nada más. Aparte de todo, transportar todos los troncos pesados de madera de los árboles caobas y cedros que habían talado, no era cuestión fácil.
El peor momento en la vida de un hombre
Esa noche, aquel mitayero no pudo descansar. Pero amaneció y no pasó nada. Entonces el cazador se relajó y pensó para sí mismo que todo estaba perfecto y no habría por qué temer. Entonces se dispuso a adentrarse en el monte, para ir en búsqueda de la presa para ese día. Cuando su trabajo concluyó, se devolvió al campamento para entregarle la carne al cocinero y ¡oh sorpresa! Todos los leñadores estaban muertos con señales de bastante violencia en sus cuerpos.
De inmediato aquel hombre se acordó del Yanapuma, sobre todo porque las marcas en los restos de las víctimas estaban en la zona del cuello y la cabeza, lo demás estaba intacto. Se veían como los orificios de los colmillos filudos de un terrible monstruo que les succionó la sangre. Al ser consciente de todo, lleno de un pánico inmenso, decidió subirse a la copa de un árbol alto, armado sólo con una lanza, para resguardarse de la amenaza que seguramente seguía rondando por ahí.
Toda la noche pasó allí como un vigía en plena guerra. Las horas trascurrían con los sonidos naturales de la selva, hasta que cerca de las 3 de la mañana, se escuchó el rugido infernal. Era el Yanapuma en búsqueda del humano que olfateaba con vida. En ese momento, cuando la bestia se acercó lo suficiente al árbol, el cazador se lanzó hacia esta y la atravesó con su lanza.
En esos instantes, el cazador relata que apareció un segundo Yanapuma, que parecía la hembra que estaba muy consternada por la muerte de su pareja. Por eso, el hombre lleno de adrenalina, no dudó ni un segundo de tirarle la lanza nuevamente a matar, lográndolo una vez más. Este sujeto dice haber vivido la peor experiencia de su vida y lo siguiente que hizo después de salvarse de esa manera, fue correr hacia los campamentos más cercanos para avisar.
Cuentos así se escuchan comúnmente en las selvas amazónicas, donde muchos misterios y otros sucesos paranormales se viven con frecuencia.
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