Una crianza conflictiva
En los años ochentas los medios franceses alarmaron a todos los parisienses por un asesino de mujeres de la tercera edad. La policía no lograba dar con este cruel demente que dejaba a sus víctimas asfixiadas. Parecía que el robo no era lo principal, un trauma estaba sublimando con los asesinatos.
Evidentemente Thierry Paulin había nacido en unas circunstancias desastrosas. Su madre, Rose-Helene Larcher tuvo a Paulin a la edad de 17 años. El padre de la criatura se fugó de la casa dos años después de haber nacido el bebé.
Prácticamente fue criado entre su abuela y su madre en Martinica. Luego fue que migraron a París donde tenían una tienda. Pasaron diez años para que Helene volviera a casarse y tener nuevos hijos. Esto agravó la soledad de Paulin, lo que llevó a tener comportamientos violentos.
En la escuela atacó a un profesor con un cuchillo de cocina y eso le costó el cupo. En la casa no le ayudaban, lo apartaban más y lo dejaban hacer lo que quisiera.
Su padre volvió para llevárselo a Toulouse. Allí su comportamiento empeoró. Como las escuelas en su mayoría eran para chicos blancos, no tuvo muchos amigos. Buscaba pelea todo el tiempo o tenía que defenderse de los agresivos niños que lo buscaban para golpearlo por mestizo.
Sus años de adolescente fueron los peores. Paulin descubrió que era homosexual y sentía fobia hacia las mujeres, algunos años después los psicólogos decretarían que esta actitud sería por la falta de cariño de su madre y su abuela. El desprecio se había vuelto una enfermedad.
La delincuencia hacia los ancianos
A los 17 años entró a la Escuela Militar. El apoyo de su padre se vio reflejado más y le pagó el curso de oficial pero Paulín tuvo muchos problemas con sus compañeros de academia. La homosexualidad se hizo evidente y lo molestaban mucho.
Las reacciones de él fuera de ser de juego,eran tomadas muy enserio. No tardó en atacar a los que se burlaban de él de manera violenta. Todo esto le costó que lo echaran, además al ser mestizo los franceses lo despreciaban mucho.
Ante el desespero de ser echado, Paulin decidió entrar al mundo de las drogas. No tener un trabajo y el efecto de la toxicomanía lo condenaron a volverse un delincuente. Su primera víctima fue una anciana que robó en una tienda con un cuchillo. La anciana no fue apuñalada.
Días después sería atrapado por la policía porque la anciana lo reconoció al cruzar una calle. Eso le costó que lo condenaran a dos años de prisión, aunque la pena fue suspendida por negligencias. En poco tiempo estaba de nuevo en la calle con mucho rencor.
Su etapa de asesino adicto
El boom de la cocaína en los años ochentas hizo de Europa y Estados Unidos generaran muchos adictos. La fiesta y las drogas iban unidas, los excesos y la promiscuidad trajeron graves efectos sobre las poblaciones citadinas.
Paulin en 1982 comenzó su consumo de drogas y su asistencia a las fiestas de homosexuales donde la promiscuidad era el pan de cada día. Para pagarse una vida llena de excesos conseguía dinero de robos esporádicos, pero la amistad con Jean Thierry Mathurin ocasionó que hiciera cosas más densas.
Su novio era otro adicto a las drogas, proveniente de Guyana Francesa. Ambos eran jóvenes y pretendían hacerse con el mundo. Compartían una infancia común y el odio particular hacia las ancianas.
Las primeras víctimas fueron dos señoras de 83 y 93 años. La primera murió luego de ser golpeada y asfixiada, la segunda quedó traumatizada por los fuertes golpes recibidos en el cráneo con un garrote. Esto apenas era el comienzo.
En 1984 empezarían los asesinatos de forma más progresiva. Las ancianas eran ahogadas con una bolsa sobre la cabeza y aveces golpeadas. La mayoría de veces se buscaba más una muerte rápida aunque lo importante era matarlas para robarles las pertenencias.
La policía no podía hallar a los asesinos. Paulin acababa de migrar a Toulouse con su novio y se dedicaron a otros oficios. No pudieron esperar mucho tiempo y se separaron. El martinico volvió a París donde continuó su ola de asesinatos desde 1985 hasta 1988.
Su modo de proceder nunca cambió. Buscaba hacerse con las señoras muy mayores. Berthe Finalteri y Genevieve Germont fueron sus dos últimas víctimas. Las sofocó con una bolsa y las golpeó hasta matarlas.
En todo París, el asesino comenzó a ser temido. No dejaban salir a los octogenarios sin un acompañante y la alarma era grave porque nadie daba con el paradero del asesino.
Pasaron unos meses y por fin se atrapó a Paulin por un retrato hablado que hizo una víctima de él. Cuando lo agarraron admitió haber matado 21 ancianas.
Su final
El monstruo de París tenía VIH cuando lo atrapó la policía. Mientras estaba en prisión y se descubría todo lo que hizo, las personas hacían protestas. Todo París estaba alarmado en 1988.
El 16 de abril de 1989 moría el asesino en el hospital de la prisión de Fresnes por tuberculosis y meningitis. El sida que había contagiado lo llevó a la tumba. Nunca alcanzó a ser juzgado por sus crímenes contra las ancianas.
Fuentes:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Thierry_Paulin
- https://www.tueursenserie.org/thierry-paulin/
- https://www.elmundo.es/cultura/2014/04/04/533e7ef8268e3eaf658b4573.html
Imágenes: 1 y 2: criminalia.es, 3: justcriminals.info