Támesis
Por el centro de Londres corre el río Támesis. Su existencia es la razón misma del emplazamiento de la ciudad y sus aguas han alimentado por centenares de generaciones a los londinenses.
Con el advenimiento de la Revolución Industrial del río llegó a alcanzar niveles de contaminación tremendos, y la vida prácticamente desapareció de su cauce. Sin embargo, el esfuerzo consistente de la sociedad inglesa, el aumento en los estándares de salubridad y limpieza en las industrias del país y una considerable inversión por parte del gobierno llevaron a que el río se limpiara de manera considerable y hoy sea una vez más hogar de muchas especies de peces.
El renacimiento del río Támesis, al igual que en otras regiones de Europa, llevó a un interés creciente en la fauna fluvial y marítima que en él habitaba. Por esta razón el avistamiento de cualquier especie que hubiese desaparecido en el pasado era una gran victoria para los conservacionistas de estos países, así como para aquellos que valoraban el papel de la naturaleza en la sociedad británica.
Pero lo que nadie esperaba es que las ballenas comenzaran también a remontar el río.
La Ballena Nariz de Botella del Támesis
El primero de estos particulares incidentes ocurrió en el año 2006, cuando las autoridades detectaron que uno o posiblemente dos ejemplares de ballena piloto habían ingresado al río.
De inmediato comenzó la búsqueda y se encontró que no había sido una ballena piloto, sino una ballena nariz de botella juvenil, avistada por primera vez el día 19 de enero en las aguas del Támesis. Más y más personas llamaron a indicar que había una ballena la ciudad y las autoridades ambientales comenzaron a preocuparse porque el animal encalló en varias ocasiones. Las ballenas nariz de botella, además, acostumbran a nadar en zonas profundas del océano, sumergiéndose hasta los 700 metros, mientras que en el Támesis la profundidad es de apenas cinco metros.
La principal preocupación de las autoridades era que en marea baja el animal quedara encallado. En marea alta no había de qué preocuparse. Con la llegada de la noche y la marea alta se pensó que la ballena iba a salir del río y volver a su hábitat natural.
Pero lamentablemente las cosas no salieron tan bien.
La mañana del 21 de enero quedó claro que la ballena no tenía la fuerza suficiente para escapar del río por sí misma. Las autoridades ambientales decidieron acorralarla y levantarla ellos mismos en una grúa con el objetivo de ayudarle a salir del Támesis. Sin embargo, un examen médico profundo del cetáceo reveló que la ballena había sufrido considerables heridas al chocar contra el suelo rocoso del río, pues evidentemente no estaba acostumbrada a nadar en ambientes tan poco profundos.
Pese los esfuerzos de los médicos y veterinarios, la ballena murió en medio de convulsiones antes de ser liberada en las costas del Atlántico. Se cree que la ballena terminó en el Támesis debido a un error en sus cálculos de navegación que la hizo girar antes de tiempo en lugar de llegar hasta sus sitios tradicionales de pesca en el Atlántico Norte, aunque algunos proponen que el animal ya estaba enfermo o, peor aún, que se confundió debido a la contaminación auditiva que generan los barcos y los sonares en esta región del océano.
Fuentes:
- https://en.wikipedia.org/wiki/River_Thames_whale
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