El abogado, asombrado de la capacidad de erosión de una sola gota al caer constantemente sobre una piedra, decidió ensayar el proceso con presos: los colocaba boca arriba completamente atados, se les colocaba una máscara en la cabeza que les inmovilizara el rostro, la persona en cuestión no podía moverse ni un centímetro a la izquierda, ni un centímetro a la derecha, estaba totalmente quieto.

Los horrendos efectos de la tortura

En la parte de arriba se encontraba un instrumento que dejaba caer una gota cada 5 segundos. Los efectos físicos hacían entonces su aparición: la gota comenzaba a dañar su piel, a la frente le empieza a salir una ampolla, algo muy parecido al tejido que aparecen en las manos cuando están sumergidas en el agua.

Con el paso de los días, esa ampolla se irá haciendo más grande y su piel comenzará a corroerse lentamente, provocando un dolor inimaginable. Por otro lado, los efectos psicológicos son igual de aterradores: la víctima que por lo general se encuentra atada y con los vendados solo tiene como único estimulo la gota que cae.

La tortura evita que la persona pueda conciliar el sueño, al mismo tiempo nadie le ha dado de comer o beber: una gota de agua perfora su cráneo, pero ninguna cae en sus labios para calmar su sed. A los pocos días la persona fallecía debido a un paro cardiaco provocado por la falta de sueño y la sed.

En 1860, su uso llegó a las cárceles de Estados Unidos, donde se cambió el agua por agua helada y al condenado se le ató a una silla para estuviera sentado y más incómodo en todo el proceso, inclusive se permitía la entrada a la gente para que se observaran el espectáculo y se burlaran de los prisioneros.

Fuentes:

1. https://lavozdelmuro.net/el-agua-como-instrumento-de-tortura/

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