Antigua Roma
En muchos sentidos, Roma fue la cúspide del mundo antiguo. En otros, fue su lado más oscuro. En ella convivieron las mieles de la civilización, la más refinadas artes y oficios y los más reconocidos pensadores con una sociedad brutal, hambrienta de violencia y muerte y en la que el poder servía para cumplir los más exuberantes caprichos. Aquel que conseguía ser Emperador (o General, o Senador) tenía claro que su objetivo no era servir a su Imperio, sino aprovechar lo mejor que pudiera su posición. Antes de que pensemos mal de Roma, hay que tener en cuenta que así funcionaron muchas de las sociedades antiguas (y bastantes modernas) por lo que en verdad no se trata de un caso anómalo.
Tras la caída de la República y la creación del Imperio Romano, la sociedad exacerbó esta lucha por el poder. Decenas de emperadores se sucedieron en tiempos muy cortos al vaivén de las intrigas y las traiciones, y personajes verdaderamente pintorescos terminaron ocupando cargos de poder. Hoy hablaremos de una de estos personajes, conocida como “la primera asesina serial de la Historia”: Locusta.
Claudio y Británico
En el año 54 d.C. Agripina, emperatriz de Roma, tenía una obsesión: coronar a su hijo Nerón como Emperador. Sin embargo, la existencia de su esposo – el Emperador Claudio – y del hijo de éste con su primera esposa – Británico, el hijo, Mesalina, la esposa – era un problema, un serio inconveniente que arriesgaba mandar al traste los planes de Agripina. Era necesario deshacerse, a toda costa, de ellos.
Y con dicho objetivo Agripina decidió acudir a una mujer con un pasado oscuro. Tan oscuro que se encontraba en un calabozo, a la espera de ser ejecutada por su profundo y temible conocimiento de todos los venenos. Su nombre era Locusta, su origen, un misterio.
Agripina sabía que la temible mujer podría solucionar su problema, por lo que hizo un trato con ella. Si lograba asesinar a Claudio sin despertar sospechas, su libertad sería un hecho y tendría acceso a los más grandes lujos que podía ofrecer Roma. Locusta, sin dudarlo, aceptó.
Claudio fue asesinado el 13 de octubre del año 54: el veneno se insertó en uno de sus platos favoritos, setas. De acuerdo con las evidencias, podría haberse tratado de arsénico o del hongo Amanita Phalloides, pero en cualquier caso la muerte del emperador – aunque lenta y dolorosa – ya estaba consumada.
La traición de Nerón
Nerón, mayor de edad, fue entonces coronado Emperador. No está del todo claro el por qué comenzó a tener conflictos con su madre, pero estamos seguros de que unos años después del comienzo de su reinado esta había sido acusada de conspirar en su contra con Británico, hijo de Claudio. Así, en el año 59 Nerón ordenó su asesinato, al que seguiría poco después el de Británico. El joven moriría tras tomar una sopa que fue enfriada con agua envenenada, a lo que Nerón simplemente diría que se trató “de un caso de epilepsia”.
Y bajo el gobierno de Nerón, Locusta logró acceder a los más altos honores y ataviarse con los más finos tejidos. Pero todo terminaría pronto para ella.
Un horrible castigo
Nerón fue derrocado 9 años después de la muerte de su madre, en el 68, y con su muerte todo terminó para Locusta. Se le conocía y temía como la temible asesina a sueldo de Nerón, una mujer capaz de envenenar a cualquiera, por lo que rápidamente fue capturada.
El nuevo emperador, Galba, la acusó de unas 400 muertes y decidió que su caso se convertiría en un ejemplo. Así, ideó una espantosa tortura para terminar con la vida de la mujer:
Antes de su condena, Locusta fue públicamente atada de manos y pies y violada por una jirafa amaestrada. Tras el horrendo acto – que debió dejar a los romanos bastante satisfechos, dado su gusto por la sangre – la mujer fue lanzada al foso, en donde la devoró una manada de leones.
Y así terminó su historia la que comúnmente se denomina “primer asesina serial”. Lo cual es seguramente impreciso (debió haber muchos antes de ella), pero sigue siendo la primera de la que tenemos referencia.
Imágenes: 1: youtube.com, 2: blog.farmazia.net