El realismo mágico y su nuevo estilo
Gracias a los conocimientos alcanzados en los intercambios artísticos, pero siempre con un estilo particular incapaz de negociar con los estilos que pedían los círculos más abigarrados del surrealismo, entraría al realismo mágico a partir de una obra de 1928.
La perfidia de las imágenes es conocida por la pipa que hace que dudemos de su significado, porque lleva enmarcado Ceci n’est pas une pipe. Hacer pensar al receptor por medio de la duda es una de las características propias de la obra de Magritte.
Varias interpretaciones, especialmente psicoanalíticas, han tomado lugar con estas obras del realismo mágico. Las dimensiones engañan y terminan haciendo que dudemos de todo lo que está inserto en la imagen.
Otras pinturas, como Los paseos de Euclides, trabajan el tópico de la ilusión por medio de un cuadro que refleja una cuarta dimensión donde el paisaje albergado, parece tener su propia tridimensionalidad.
Desde los años 30, cultivó la fama y viajó a Estados Unidos. En Nueva York, se presenta con su obra en varios lugares: inicialmente en la galería Julien Levy, luego en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, con el nombre Arte fantástico, Dadá y Surrealismo.
Su obra seguirá atravesando varias fases: en los cuarentas se acerca de nuevo a la pintura impresionista y al fovismo, aunque lo dejará al darse cuenta que estas formas recibían fuertes críticas. Es en la década de los cincuenta que vuelve a su estilo y lo perfecciona manejando el realismo mágico que daba posibilidades de reflexión arduas.
Su mundo se va a volver de fama, aunque el pintor nunca dejó sus maneras tradicionales: le gustaba siempre pintar estando vestido con corbata y siempre fue muy hogareño. No disfrutaba tanto de salir como de estar encerrado pintando mientras escuchaba André Souris (1899-1970), compositor que también fue su amigo.
Para la música también hubo una constante reflexión artística durante este periodo. Igor Stravinsky fijó varias líneas surrealistas en sus composiciones, especialmente en L’Historie du soldat. También será la época del boom Gebrauchsmusik, de Paul Hindemith y Hanns Eisler.
La aparición del surrealismo en los círculos artísticos
La llegada de un amplio sector plástico al círculo surrealista, alimentó la creatividad en París. Autores de obras como Max Ernst, podían ahora, presentar sus obras en la galería de Au Sans Pareil o en la Galerie surréaliste.
Varios artistas intercambiarán sus formas de concebir el arte por la constante interacción entre ellos, algunos provenientes del dadaísmo como Tristán Tzara o incluso, Man Ray, que con su rayografía experimental, logró reproducir el aura de los objetos más que la imagen en sí.
Durante los primeros años de su surgimiento, los autores se enfocaron en que el automatismo (la libre asociación en la pintura y plásticas), fuese la bandera ideológica del surrealismo, que además fue tomando forma de surrealismo abstracto, con las obras de Masson, Miró y Arp.
El caso de Magritte fue distinto, pues las imágenes conservaban elementos heredados de las formas artísticas, exclusivas de movimientos decimonónicos con los cuales el surrealismo no armonizaba.
En 1923, la galerie Pierre de París expuso a Miró, Klee, Arp, Picasso y De Chirico. Este último italiano, cautivó a Magritte con su obra La canción de amor, obra metafísica proveniente del misterio laico.
Su madurez pictórica y los frutos de su trabajo
Durante los años veinte, Magritte encontró en el Futurismo, el Purismo, el Orfismo y el Cubismo, varios elementos que integraría a su obra. La experimentación de representar en un plano objetos tridimensionales, darían paso a La voz del espacio o El significado de la noche (1927), obras cumbres de su primera etapa seria.
El matrimonio con su amiga de la juventud, Georgette Berger, también lo enriqueció en su profesión. Muchas veces su esposa se prestó para que Magritte la usara de modelo.
Aún así, Magritte siempre quiso crear nuevos espacios donde se yuxtapusieran objetos antagónicos. Por ello es normal ver que el pintor que fue recabando fama, se especializara en dejar objetos pesados en el aire o paisajes enteros en lugares pequeños, como en un espejo.
El manejo magistral que hizo de la perspectiva en El espejo falso, donde uno se pregunta si el ojo que ve el cielo, no está viéndolo a uno, o si el reflejo en el ojo es el mismo cielo, entretiene y hace que reflexionemos sobre el cambio de significado sobre las formas y los objetos.
Sus primeros pasos en la pintura
Uno de los pintores que se ubicó entre la frontera de los nuevos descubrimientos provenientes del surrealismo y el propio idealismo onírico, fue René Magritte. El con su pintura desafió el sentido de la realidad, con obras que mezclaron ambigüedades y crearon nuevas imágenes con precisión ilusionista.
El realismo mágico de obras como La túnica de la aventura (1926), El asesino amenazado (1926) o Los amantes (1927) reflejan claramente las intenciones ilusorias del pintor belga, que aprovechó los cuestionamientos a la objetividad para adueñarse de la contraposición, como elemento central en muchas de sus obras.
Nació en Lessines, Hainaut, en la Región Valona, Bélgica. Magritte creció con un padre que comerciaba telas y era sastre. Su madre, Regina, se suicidó después de varios intentos fallidos, luego de que se fugara y no conocieran su paradero; a los días de no encontrarla, su cuerpo estaba sin vida, en las orillas del río Sambre. Su obra tiene varios elementos relacionados con esta imagen traumática que puedo haber visto.
Para 1910, cuando tenía 12 años, empezó a estudiar pintura en la provincia de Chatelet. Allí vio varios cursos enfocados en la pintura impresionista, que lo inspiró para sus primeros cuadros, donde adoptaba los colores fuertes y los cambios de perspectiva, propios de este movimiento artístico.
Alcanzado un alto grado de inspiración, nuestro pintor estudió en la Academia de las Artes en Bruselas, lugar trascendente a su paso, porque conoció los desarrollos vanguardistas propios de ese periodo. El cubismo y el futurismo, así como el compartimento de un estudio con Pierre-Louis Flouquet, fue indispensable para su espíritu modernista.