Leche
La leche es uno de los elementos más importantes en la alimentación de muchos grupos humanos. Para los grupos de pastores nómadas que habitaban en regiones no aptas para la agricultura, la leche se convirtió en un periodo relativamente temprano en una fuente vital de nutrientes y proteína, y en una manera de aprovechar mejor los rebaños de ganado a su disposición.
Sin embargo, no sabemos con certeza en qué momento comenzamos a tomar leche. Los niños (y de hecho todos los infantes de cualquier especie de mamíferos) tienen una enzima especial llamada lactasa que les permite aprovechar la totalidad de los nutrientes y azúcares de esta bebida; sin embargo, todos pierden esta enzima luego de la infancia.
Existen algunas poblaciones humanas (principalmente ubicadas en las regiones ganaderas más boreales) que desarrollaron en algún momento del pasado la capacidad de mantener esta enzima durante toda su vida, y no es casualidad que sean los mayores consumidores de leche del mundo. Pero en otras poblaciones esto no se desarrolló, y por esta razón los arqueólogos e historiadores se han preguntado por un largo periodo cuándo habrían comenzado a tomar leche.
Uno de estos grupos es el de los mongoles. Habitantes de las estepas, eran (y son) una población muy dependiente de sus rebaños, para obtener tanto alimento como defensa contra sus enemigos. Sin embargo, al contrario que los europeos los mongoles jamás desarrollaron la capacidad de digerir la leche en edad adulta, y por esta razón dependían más de fabricaciones de leche fermentada, como yogures y quesos.
Pues, curiosamente, al ser imposible de digerir para adultos sin esta mutación, es probable que las primeras comunidades en usar leche no lo hicieran tomándola directamente, sino dejándola unos días en calor con algún ácido y esperando que se fermentara. En efecto, ya en el Antiguo Sumer tenemos registro de “quesos” primitivos, pero nada indica que bebieran la leche recién ordeñada.
Toma de leche en las estepas
Por esta razón, resulta de gran interés el hallazgo de varios restos dentales que muestran restos de placa con lactosa en ellos. Las preparaciones fermentadas tienen el objetivo de transformar la lactosa en otros productos, por lo que en este caso está clarísimo que se trata de los dientes de una persona que tomaba leche.
Como estos restos tienen alrededor de tres mil años de antigüedad, gracias a ellos sabemos que los mongoles llevan al menos todo este periodo tomando leche. Pero más interesante aún, el análisis genético de los restos óseos indicó que estas personas no tenían la mutación que permite la generación de lactasa en la adultez… la cual, por cierto, tampoco tienen los mongoles modernos.
¿Y entonces?
Bueno, pues todo indica que en ausencia de esta mutación la “alternativa” de los mongoles fue comenzar a desarrollar una fauna microbiana en su estómago capaz de hacer el trabajo que de ordinario hacen las bacterias en el queso y el yogurt, es decir, “romper” la lactosa y convertirla en materiales aprovechables. Esta solución, aunque no tan eficiente como la de producir lactasa, fue lo suficientemente eficaz como para permitirle a la población aprovechar este recurso.
En la actualidad, la mayor parte de la población aún se sustenta en esta fauna microbiana para digerir la leche, puesto que fuera de Europa la mayor parte carece de la enzima lactasa. Sin embargo, en poblaciones en las que la leche nunca se ha consumido (como algunos grupos indígenas americanos) el tomarla puede resultar en fuertes dolores abdominales e incluso en diarrea severa. Así como cualquier otra especie, la especie humana se ha ido adaptando evolutivamente a sus circunstancias específicas.
Fuentes:
- https://www.sciencenews.org/article/tooth-plaque-shows-drinking-milk-goes-back-3000-years-mongolia
Imágenes: mpg.de, 2: aljazeera.com