Desde Port Moresby Japón aspiraba a bombardear Australia y, quizás, planear una invasión a gran escala
Port Moresby
Terminamos el artículo anterior con un Japón victorioso que había avanzado de manera decisiva y derrotado la mayor parte de las tropas aliadas ubicadas en el Pacífico, pero que presentaba un ejército sobreextendido y una clara incapacidad de suplir la totalidad de sus tropas.
Sin embargo, la posibilidad de derrotar al ejército australiano y de ganar una victoria decisiva contra los Estados Unidos les habría ganado al menos un año de tiempo, en el cual habrían podido consolidar su dominio territorial y quizás incrementar sus acorazados y portaaviones.
En la actualidad, la mayor parte de los investigadores consideran que Japón no podía ganar la guerra. Tras esos 12 meses Estados Unidos habría estado en condiciones de superar la fuerza japonesa en el Pacífico, un par de años después la habría triplicado. Japón simplemente carecía de la industria necesaria para competir en un conflicto largo con este gigante.
Pero también es cierto que las guerras se pueden ganar en el ámbito político. Quizás una derrota decisiva habría hecho que Franklin Delano Roosevelt perdiera la reelección en las elecciones de 1944. Quizás habría motivado al país, por el contrario, a concentrarse en el Pacífico, permitiéndole a Alemania una victoria sobre los soviéticos y forzando a Inglaterra a firmar la paz. Pero en cualquier caso los japoneses contaban con luchar su batalla y ganar esta victoria decisiva. Ya verían que harían después.
Y con este propósito en mente los japoneses se dirigieron a la ciudad de Port Moresby, cuyo control les habría permitido bombardear territorio australiano.
La Batalla del Mar de Coral
Hacia finales de abril Japón se encontraba preparado. Envió tropas a la cercana isla de Tulagi, posición que logró conquistar sin resistencia aquel 3 de mayo y en la cual organizó un centro operaciones y una pista de aterrizaje.
Sin embargo, los japoneses ignoraban que los estadounidenses habían logrado descifrar la mayor parte de su código de comunicaciones y tenían acceso en ese momento a un 85% de sus mensajes cifrados, aproximadamente. Si bien no entendían el contexto ni la totalidad de estos mensajes, entendía lo suficiente para saber que se acercaba un ataque japonés y que posiblemente estaba dirigido contra Port Moresby.
En consecuencia, los aliados comenzaron preparaciones para la defensa, y el siete de mayo de 1942 ambas flotas comenzaron a lanzar sus exploradores con el objetivo de encontrar el grueso del ejército enemigo.
La Batalla del Mar de Coral, como fue llamada, fue un empate técnico que resultó en una victoria táctica japonesa y una victoria estratégica aliada. Victoria japonesa porque los japoneses lograron infligir muchas más pérdidas a los aliados que las suyas propias (19 mil toneladas japonesas hundidas contra 43 mil aliadas) y se retiraron antes de sufrir pérdidas mayores. Así mismo, si bien sufrieron daños en dos de sus portaaviones, no perdieron ninguno. Los aliados perdieron uno, que representaba el 25% de su fuerza presente en el Pacífico.
Pero victoria aliada porque se evitó la conquista de la ciudad, y se limitó al menos por ahora la posibilidad de un ataque japonés a Australia. Y más importante aún, si bien los aliados sufrieron pérdidas mayores, dañaron dos de los portaaviones japoneses, asegurando sin que su enemigo tuviera menos presencia en la batalla decisiva por venir.
USS Lexingtong, poortaviones estadounidense destruido en la batalla
Batalla que los japoneses seguían buscando. El Almirante Yamamoto comenzó, de acuerdo con los planes ejecutados con el resto del alto mando japonés, a presionar el atolón de Midway con el objetivo de forzar a los aliados a entrar en batalla.
La estratagema funcionó. Los estadounidenses no podían darse el lujo de perder esta posición. Pero las cosas no salieron como lo esperaba la Armada Imperial Japonesa.
La Batalla de Midway
Durante la Batalla del Mar de Coral, por primera vez en la historia, los barcos enemigos jamás se vieron unos con otros.
En lugar de ello, fueron los aviones quienes realizaron la mayor parte de los ataques, mientras los portaviones se ubicaban a decenas de kilómetros unos de otros. Los artilleros y acorazados no cumplieron prácticamente ninguna función aparte de lanzar el fuego antiaéreo con el objetivo de derribar las aeronaves enemigas.
En esencia, la construcción y mejora en los portaaviones llevó a que estos barcos fueran el nuevo eje de las flotas en el Pacífico, usando sus aviones como una especie de cañones de muy largo alcance que les permitían atacar desde la distancia. Sin embargo, los japoneses estaban acostumbrados a conflictos en los que los barcos acorazados con poderosa artillería eran los más importantes, y habían tratado infructuosamente de usarlos en esta batalla.
Este sería un error que les costaría muy caro en la batalla por venir.
Yamamoto había organizado el ataque de la siguiente manera: los japoneses atacarían Midway con una fuerza decisiva, capturando el atolón y apoderándose de su base de operaciones con una fuerza de 5000 hombres. Hacerlo les permitiría una base terrestre operaciones y obligaría a los estadounidenses a realizar un contrataque.
Para este punto la flota japoneses se encontraría dispersa en el Pacífico, con el objetivo de evitar un ataque sorpresa estadounidense. En el momento en que sus enemigos atacaran, la flota se reuniría y aprovechando la ventaja que daba tener el control de Midway realizaría un ataque decisivo que hundiría los acorazados y portaaviones estadounidenses.
Pero como ya mencionamos Estados Unidos había conseguido descifrar el código japonés, y tenía una clara idea de cuándo y dónde ocurriría el ataque. En consecuencia comenzó a preparar sus defensas y ubicó tres de sus portaaviones en las cercanías a la isla.
Y los japoneses, de manera irresponsable, enviaron sus portaviones en primera línea. En la actualidad está claro que hubiese sido mucho más responsable enviar adelante los acorazados, que aún si hubieran sido hundidos habrían revelado la posición de los portaviones enemigos y permitido a los japoneses asestar el primer golpe. En cambio, fueron los portaviones los que se pusieron en peligro, y los que sufrirían los primeros golpes de la Marina Estadounidense.
El Atolón de Midway
Así mismo, mientras los estadounidenses hacían hasta lo imposible por concentrar sus cuatro portaviones en la defensa de la isla, los japoneses dispersaban dos de sus portaviones para un ataque en las islas Aleutian que resultaba francamente innecesario. Esto llevó a que aún cuando Japón superaba 7 a 6 a las fuerzas estadounidenses y había dejado dos de sus portaviones averiados luego de la Batalla del Mar de Coral el día del enfrentamiento estuviesen igualados, 4 a 4.
La Batalla de Midway comenzó el 3 de junio de 1942, cuando a las 9 de la mañana un aviador de Estados Unidos detectó la presencia de la Fuerza de Ocupación Japonesa a unas 500 millas náuticas (930 kilómetros) al sudoccidente de Midway. Los japoneses, dirigidos por el Almirante Nagumo, se dirigían a tomar la isla sin saber que los portaviones estadounidenses se encontraban en las cercanías.
Para el momento en que se dieron cuenta de ello era demasiado tarde. Nagumo tuvo que elegir entre lanzar un contraataque sin conocer la posición enemiga so pena de perder su fuerza de ataque, o de continuar con la invasión a Midway. De acuerdo con la doctrina japonesa, optó por lo segundo, y el resultado fue la destrucción de todos los portaviones japoneses presentes en la batalla. Estados Unidos, en cambio, apenas perdió uno.
Lo que quedaba de la flota japonesa se retiró, y los estadounidenses, sabiamente, les permitieron hacerlo. Aún cuando hubiesen perdido todos sus portaviones los japoneses aún los superaban en términos de acorazados, y en la seguridad de la noche podrían haberse acercado lo suficiente para acabar con la flota estadounidense.
Yamamoto, en cambio, dudó. En vista de la derrota crítica y la situación de agotamiento de la flota estadounidense, lo más sabio hubiese sido lanzar sus acorazados en la caza de los portaviones enemigos. A fin de cuentas, seguir el ataque era difícil, y los acorazados no eran tan valiosos. Aún la destrucción de un solo portaviones hubiera hecho una diferencia considerable en los meses por venir.
Pero no. Japón lo perdió todo, y aún cuando quedaba en pie gran parte de su flota había perdido la superioridad en el océano. Peor aún, Midway resultó en la pérdida de sus más entrenados y capaces pilotos, algo crítico en vista de que ya antes de la batalla había presentado problemas para mantener un cuerpo de pilotos entrenado en todos sus frentes.
Cambia la marea
Midway fue el punto crítico, el momento en el que las avezadas y entrenadas tropas japonesas, en superioridad numérica, de armamento y de doctrina fueron por primera vez derrotadas. Japón no contaba con ello, y dependía de una victoria decisiva para sobrevivir. Ya Yamamoto había advertido, de manera profética, que el país tenía seis meses para ganar la guerra antes de que Estados Unidos demostrase su impresionante poderío industrial.
Sus palabras se volverían proféticas.
Una vez la Flota Combinada Japonesa fue diezmada, y su Armada Imperial se quedó sin los portaviones que eran el elemento clave en el conflicto, Japón se quedó sin aire. Aún quedaban considerables fuerzas, claro, y el país daría la pelea, pero habían perdido una ventaja que les era fundamental. Para dar una idea de la diferencia entre las industrias de los dos países, entre 1942 y 1945 Japón consiguió construir 3 portaviones nuevos (uno pesado y dos ligeros).
En ese mismo periodo Estados Unidos fabricó 24. Japón habría necesitado 5 victorias como la de Estados Unidos en Midway solo para mantener un equilibrio.
Midway le permitiría a los aliados retomar la ofensiva y comenzar las ambiciosas campañas de Guadalcanal y las Islas Salomón, desde donde comenzarían una guerra de desgaste, precisamente del tipo que Japón no estaba en condiciones de ganar. Pero de ello hablaremos en un próximo artículo.
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Imágenes: 1: navy.gov.au, 2: wikipedia.org, 3 y 4: warfarehistorynetwork.com