Maldita por los dioses
Es una leyenda que recorre varios países de Latinoamérica, por lo tanto, también posee varias versiones y orígenes que pueden variar en ciertos detalles, pero todos tienen algo en común: una mujer hermosa, de largo cabello, que gusta de atraer a los hombres a una trampa segura donde los convertirá en su próxima víctima. Se trata de la Siguanaba.
Cuenta la leyenda que existía una mujer llamada Sihuehuet quien tenía un romance con el hijo del dios Tlaloc, relación que terminó por gestar un infante. El hijo del dios tuvo entonces que marcharse a la guerra y su mujer aprovechó esa ausencia para tener varios amantes, inclusive conspirando con uno de ellos para quitarle el poder a su esposo.
Tlaloc se dio cuenta que su hijo estaba siendo engañado e impuso un castigo a la mujer haciéndola lucir deforme, condenada a vagar eternamente aterrorizando a la gente de su alrededor sin poder ver a la única persona que sufrió por su culpa: su hijo.
Sus presas favoritas: los casanovas
Los trasnochadores, jugadores, e infieles caen en sus redes, pero a los que en realidad prefiere este ser es a los hombres que se las dan de conquistadores y hacen alarde de ello. Dicen que ella se les aparece en los caminos o en tanques de agua donde la puedan vislumbrar arreglando su cabello negro.
Cuando los hombres la encuentran se ven enceguecidos por su belleza hasta que se acercan a ella y ven su verdadero rostro: su piel tersa se arruga, sus ojos desaparecen de sus cuencas y parte de su rostro se convierte en un terrorífico caballo, enloqueciéndolos en el proceso.
La mejor defensa contra el monstruo es que las posibles víctimas hagan la señal de la Santa Cruz y griten muy fuerte “María patas de gallina”. También pueden usar la sal como defensa o usar semillas de mostaza, las cuales les brindarán ventaja para huir, porque la Siguanaba se entretendrá recogiéndolas.
Fuentes:
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Imagen: aprende.guatemala.com